El magistrado-presidente de un Tribunal del Jurado ha dictado una sentencia en la que condena a 22 años y medio de prisión a los tres hombres acusados de matar a otro en Peñíscola en 2009 tras prenderles fuego. La sentencia, emitida según el veredicto de culpabilidad de un jurado popular, condena a los tres por un delito de detención ilegal y otro de asesinato, ambos en concurso medial. Así mismo, dos de los acusados son condenados por un delito de daños a una multa de 2.160 euros.

Además, se establece que la clasificación en tercer grado de los penados no podrá realizarse hasta haber cumplido, como mínimo, la mitad efectiva de la pena privativa de libertad impuesta. También se condena a los acusados a indemnizar, solidariamente entre sí y en el mismo concepto con dos hermanos ya condenados por los mismos hechos, a la esposa del fallecido con 120.000 euros, y a la hija común de ambos y a otro hijo de una relación anterior con 60.000 euros a cada uno.

Según establece como probado la sentencia, los hechos ocurrieron en la noche del 10 al 11 de julio de 2009, cuando dos de los acusados acudieron junto a otras tres personas ya condenadas por estos hechos a las inmediaciones del domicilio de la víctima, en Benicarló, a la que redujeron violentamente e introdujeron en un vehículo con el fin de llevarlo a otro lugar y acabar con su vida. Todos estaban de acuerdo y actuaban en ejecución del encargo que les había hecho el tercer acusado, quien pretendía vengarse al creer que el fallecido se había apoderado de una determinada partida de hachís en cuyo tráfico ambos participaban de algún modo.

Los acusados emprendieron una veloz huida y colocaron unos grilletes a la víctima con las manos en la espalda que le impedían a partir de entonces defenderse. Seguidamente, dos de los acusados, junto con dos de los ya condenados, se dirigieron a una zona despoblada a las afueras de Peñíscola próxima a su antiguo apeadero, llevando a la víctima con ánimo de acabar con su vida, para lo cual, estando esposada, la rociaron de gasolina y le prendieron fuego, de tal manera que falleció sobre las 5.00 horas con «gran sufrimiento» como consecuencia de las llamas, y los acusados abandonaron el lugar.

Horas después uno de los acusados, conocedor de la zona por ser el único que vivía en la misma, siguiendo el encargo del otro procesado y a fin de evitar la menor pista o vestigio que pudiera relacionarlos con lo ejecutado, llevó el vehículo a una zona despoblada y le prendió fuego, destruyéndolo completamente.