T odo iba bastante bien hasta que a Cubillas le cayó ese balón en el minuto 91. Hasta ese momento yo pensaba tenerlo todo bastante controlado. Estaba muy orgulloso de mis últimos meses, rebajando euforias, midiendo los tiempos, insistiendo en que lo definitivo está muy lejos, que todo esto es folclore, que hasta el minuto 70 del partido de vuelta de la eliminatoria final no vale la pena calentarse. Me creía muy listo reservando fuerzas para ese instante, tomando distancia, evitando los charcos de cada semana, regateando polémicas que vienen y van, firmando un ejercicio de contención asombroso.

Todo iba tan bien que estaba opositando incluso a padre del año. Al descanso hasta rechacé una invitación para salir un rato después del partido. Estaba segurísimo de eso: acabaría el partido, llegaría al periódico, pasaría las páginas y me iría a casa rápido, que es miércoles, sin levantar la cabeza hasta el portal por si me cruzo con algún embaucador conocido. No iba a picar en ninguna de las trampas hasta que a Cubillas le cayó ese balón en el minuto 91, y Cubillas lo clavó en la esquina y Castalia se puso patas arriba, y entonces me insistieron por wasap y la carne es débil y la cabra tira al monte, y el resto es historia. Ahora escribo esto de resaca, después de haber dormido cuatro horas, consciente de que no me recuperaré en toda la Magdalena, como mucho el segundo fin de semana, y esperando que se reúna el comité de competición, que seguramente me sancionará para la próxima jornada.

Todo iba bastante bien, es una lástima porque el plan no fallaba: hacer como si la racha increíble, la remontada en la tabla, el equipo que nunca se rinde... todo iba bastante bien haciendo como si todo eso ni existiera ni importara. Pero Cubillas marcó en el 91 y no hay vuelta atrás, y lo asumo. En esta esquina queda declarado oficialmente el estado de optimismo. Llegarán caídas y tropiezos, quizá hasta líos a nivel de club o instituciones. Me dará asco la connivencia del consejo con el pasado. Pero hay más, lo que escribo aquí es lo que voy a decir a todo el mundo: hay que creer, hay que creer en este equipo, hay que creer de verdad y yo creo. No hagan planes para el último domingo de mayo.