Mucho se ha dicho y escrito sobre la maternidad subrogada y casi todo desde perspectivas tan convencidas y estudiadas como extremistas, así que me voy a alejar de estos, aunque sin dejar de decantarme por una de ellas.

La maternidad subrogada es lo que hace mucho tiempo llamaban «vientre de alquiler» y consiste en la implantación de un óvulo fecundado (cigoto) en el útero de una mujer ajena genéticamente, pero con la que las/los/la/el padre/s del futuro bebé han llegado a un acuerdo. Esta situación se da cuando las personas que desean ser padres no lo consiguen o les es imposible biológicamente.

En España no es legal este tipo de contrato, pero sí empresas que lo pueden gestionar en otros países como Grecia, Ucrania, Rusia, USA, Canadá, Portugal, Georgia y Kazajistán. Cada uno de estos países tiene sus propias condiciones, normativa y precios.

Los detractores de este proceder centran sus argumentos en la cosificación de la mujer gestante y el hecho de que pueda verse obligada a aceptar el trato por necesidad económica, comercializando con su cuerpo, lo que se sumaría a las posibles alteraciones psicológicas y emocionales que puedan generarse en ésta. También critican el ego desmedido que demuestran los padres al querer tener un/a hijo/a biológico/a a toda costa, descartando la opción de la adopción, y como los intermediadores se lucran con este proceso.

En mi opinión, es posible que estas situaciones se den, pero las leyes podrían reducir al mínimo estos inconvenientes. Algunos países no permiten la bonificación económica a la madre gestante y/o le dan voz y voto a la hora de decidir a quién ayudar con su gestación.

Considero que regulando el proceso de un modo muy parecido a cómo lo están los de la reproducción asistida en nuestro país sería muy factible, incluyendo apoyo y asesoramiento tanto legal, como psicológico y médico, asegurando el bienestar y los derechos de todas las partes implicadas, controlando muy de cerca a los intermediarios y ajustando los costes.

Todos los avances en reproducción asistida no hacen más que sumar opciones, sin debilitar otras, permitiendo una elección más adecuada para proceder (gestación propia, adopción, reproducción asistida o subrogación) ante un fin común: Tener un/a hijo/a. Creo que los miramientos deberían venir a partir de ese momento, centrándose en una crianza respetuosa, consciente y con amor. Algo que no viene «de serie» y sería necesario promover, formar y practicar.