La escultura 'Cérvola ferida', obra de Santiago Rebollida, conmemora el centenario del descubrimiento de las pinturas rupestres de la Valltorta y Morella la Vella (1917-2017) en el vestíbulo de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universitat Jaume I (UJI).

El rector de la UJI, Vicent Climent; la decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Rosa Agost; el vicerrector de Cultura, Extensión Universitaria, Wences Rambla; el catedrático de Historia Antigua, Juanjo Ferrer; y el autor de la obra la han inaugurado en un acto que ha contado también con la presencia del jefe del Servicio Territorial de Cultura, Josep Cristià Linares; la diputada provincial por Ciudadanos, Cristina Fernández; y José Mª Arquimbau, presidente de AlumniSAUJI.

En el turno de intervenciones Juanjo Ferrer ha comentado que estaba "sinceramente emocionado" porque la escultura serviría para valorar lo que hay en la provincia y dejar "una huella de lo que suponen las pinturas rupestres".

A continuación, Santiago Rebollida ha comentado que el abrigo donde se encontraron las pinturas representa "el inicio del arte y la cultura" en la provincia y ha reivindicado la importancia de los espacios culturales, de la antigüedad o de la actualidad, como las escuelas o las galerías de arte. Después, Wences Rambla ha hablado sobre la intencionalidad estética de los antiguos pobladores y sobre la "modernidad" que muestra el arte rupestre.

La decana de la FCHS, Rosa Agost, ha iniciado su intervención con una reflexión sobre la posibilidad que las pinturas hubieran sido realizadas por mujeres, porque "aunque sólo querían lo más imprescindible para vivir, el arte y las humanidades también lo son". Agost ha recordado a la catedrática de Prehistoria de la UJI, Carme Olària, ya jubilada, y ha explicado que "la escultura se ha situado en el lugar más luminoso del vestíbulo, aunque nació en una cueva oscura, para dar la bienvenida a la facultad y a la universidad".

FÉMINA

El rector de la UJI, Vicent Climent, ha mostrado su satisfacción por poder inaugurar esta obra y ha destacado "el simbolismo que sea una fémina con todo lo que está pasando". Climent ha comentado que la escultura "hace de nuestro campus un espacio más acogedor y más ilustrativo, lo hace más espacio de conocimiento, más abrigo donde poder sobrevivir de las certezas del conocimiento crítico y de la libertad que sólo la sabiduría nos proporciona".

Según ha dicho, su creación con varias materias, provenientes de lugares igualmente varios y que han tenido diferentes funciones muestra "la necesidad de una sociedad donde se puedan integrar todo tipo de pensamientos".

Por último, ha dado las gracias al artista por "la originalidad de la obra, pero sobre todo gracias por haber confeccionado un discurso artístico con ella que armoniza plenamente con el espíritu de la comunidad universitaria que reúne la Universitat Jaume I", la cual, -ha añadido- a la vez que se siente "fuertemente" arraigada a la cultura propia del territorio, participa "plenamente de los valores humanistas universales que cada día lo abren en el mundo entero".

La cierva que ha inspirado esta obra, pintada en la pared de la Cueva de los Caballos, representa un animal que huye, herido por una humanidad que en los primeros estadios de su historia transformaba su entorno bajo el imperio de la supervivencia.

En su realización se han usado más de 30 materias diferentes, desde la piedra de río, hasta la madera de almendro, pasando por el cemento, el hierro o el mármol, entre otros. Los materiales que dan forma a esta escultura han sido, además, recuperados de diferentes lugares del territorio castellonense, de zonas rurales y de espacios urbanos, lugares entre los cuales está también, el campus universitario.

ACONTECIMIENTOS

Los acontecimientos de la efeméride se remontan a 1917, cuando Albert Roda Segarra, un pastor de Tírig (Alt Maestrat), descubrió estas muestras pictóricas, una serie de manchas y de figuras cobrizas que interpretó como animales y, más concretamente, como caballos.

Precisamente, este abrigo sería conocido a posteriori como la Cueva dels Cavalls, apelativo que lo ha hecho mundialmente famoso, aunque realmente se trataba de figuras de ciervos. Siguieron sendos hallazgos a la Cueva de la Saltadora, en el término del municipio de les Coves de Vinromà; y también a la Cueva del Mas d'en Josep y la Cueva del Civil, en Tírig, todas emplazadas en el barranco de la Valltorta.

Con el advenimiento de la Transición y de la Democracia, los estudios científicos adquirieron un papel primordial en la difusión y en la investigación sobre abrigos y conjuntos pictóricos específicos, lo cual aceleró la publicación de numerosos artículos, tesis doctorales, boletines y publicaciones monográficas, que supusieron un hito en la arqueología y en la pintura rupestre valenciana, hasta llegar a la actualidad, donde el papel de las universidades públicas ha ejercido una fuerza motriz "clave".

La consideración del arte rupestre como Bien de Interés Cultural (BIC) y la declaración de las pinturas rupestres del Arco Mediterráneo de la península Ibérica como Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO ha comportado una gran responsabilidad para las administraciones educativas y culturales, según ha informado la UJI en un comunicado.

Uno de estos hitos es el diseño de estrategias orientadas al conocimiento, la difusión y la valoración de este conjunto patrimonial por parte de la ciudadanía.

El actual parque acoge un territorio de 82 kilómetros cuadrados de los términos municipales de Albocàsser, Ares del Maestrat, Benasal, Catí, les Coves de Vinromà, Morella, Tírig y Vilar de Canes, con un valioso patrimonio cultural que va más allá del mismo arte rupestre, con castillos, masades fortificadas y un numeroso patrimonio etnográfico relacionado con las construcciones de piedra seca, aunque el verdadero valor del parque reside en el centenar de estaciones con arte rupestre: grabados paleolíticos, pinturas de estilo levantino y esquemático