El equipo de gobierno de Castelló celebró ayer la última conferencia sobre el topónimo de la ciudad. Emili Casanova, jefe de Onomástica de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, fue el ponente elegido para convencer a los que consideran que la normalización de Castelló supone una discriminación del castellano. El técnico de la AVL destacó que la oficialidad de la denominación tradicional de Castelló no impide el uso por parte de la ciudadanía de la palabra Castellón.

«Segorbe es Segorbe pero en valenciano se puede nombrar Segorb», subrayó Casanova, que afirmó que aceptar la versión bilingüe es una muestra de «desigualdad lingüística entre el castellano y el valenciano». «Hay solo un nombre de pila y otro del municipio» sin perjuico del habla, insistió Casanova, que afirmó que un grupo de expertos de nombres geográficos de la ONU recomienda la utilización de un único topónimo y así se realiza en países como Francia o Italia. En el caso de la capital de la Plana, reiteró que el nombre que representa a la ciudad es Castelló porque nació con la lengua valenciana.

Explicó que las diferentes doctrinas recomiendan la oficialidad de un solo topónimo vinculado a cuestiones históricas en un concepto que se denomina, dijo, el endónimo (el nombre con el que se conoce un lugar en la lengua autóctona),mientras aseveró que permanece al mismo tiempo la utilización de la versión en castellano (el hexónimo, que representa la traducción de una ciudad en la lengua propia de uno).

Casanova insistió en que la vertiente de Castellón podrá seguir usándose aunque se apruebe el topónimo oficial de Castelló. Se refirió a las crítica que cuestionan la posible retirada de la doble denominación de la señales de tráfico. En este caso afirmó que en Italia hay lugares con un nombre oficial pero que luego en las señales escriben tres variedades lingüísticas. Aunque en el caso de la ciudad, puntualizó que no haría falta porque la diferencia entre Castelló y Castellón está en una «n».

También consideró correcta la la variante castellana de Castellón y discrepó con una de las razones expuestas en el manifiesto del grupo de expertos, que esgrime que es incorrecta porque se refiere a un castillo grande, una dimensión que no tuvo Castelló en sus inicios, aduce. Casanova reiteró que se trata de una adaptación fonética, «no se hace una traducción» y «no se puede decir que es ajena a la historia y a la cultura».

El también catedrático de la Universidad de València intentó sus este argumentario hacer virar de posición a la ciudadanía remisa a poner a fin a la doble denominación de la ciudad.

El ejecutivo local, si no hay una sorpresa de última hora, prevé iniciar el expediente de normalización del topónimo en el pleno de este mes. Ayer acudieron a la conferencia, que tuvo lugar en el edificio del Menador, un centenar de personas. Entre los presentes estaban la vicealcaldesa, Ali Brancal, y los concejales Ignasi Garcia y Rafa Simó. También asistió un regidor de los grupos de la oposición como Carlos Feliu, del Partido Popular.