Escribir el obituario de una persona querida nunca es tarea sencilla, menos todavía cuando se trata de un amigo en la plenitud de la vida, cuyo fallecimiento es tan inesperado como precoz. Jorge Traver, tercera generación de la saga de fotógrafos 'Wamba', se ha ido cuando tenía todo el presente y el futuro por vivir, siguiendo los pasos del abuelo y el padre. En los últimos ochenta años los 'Wamba', artistas fotógrafos, se han ganado con creces el título de notarios gráficos del transcurrir de Castellón, la ciudad a la que han dedicado la vida, captando el día a día con la magia de la cámara. Jorge era continuador de la reconocida estirpe que, entre tantas cosas, es poseedora de un archivo gráfico que es un auténtico tesoro, guardado con celo por Vicente Traver 'Wamba'.

Jorge heredó los genes de los 'Wamba', su vida estaba dedicada a la ciudad que tanto amaba, por la que trabajaba con ilusión desde el Proyecto Cultural de la Generalitat en la Capital de la Plana. Labor que compaginaba con la fotografía, al lado de su padre, Vicente, quien, desde que nació, le inculcó la pasión por la imagen, impregnándolo de la historia y las costumbres de Castellón y, de forma muy especial, legándole la afición albinegra, que en Jorge alcanzaba cotas próximas al sacerdocio. Desde luego, un «castellonero» de los pies a la cabeza, precursor en la creación de las peñas del C.D Castellón.

Mi amigo Vicente 'Wamba', padre de Jorge, no sólo ha perdido a un hijo, que es lo peor que le puede pasar a un ser humano. En este caso la irreparable pérdida va unida a la complicidad en la continuidad de un nombre en el ámbito de la fotografía, que trascendía de lo social a lo artístico. Entroncando la sensibilidad de la composición hecha arte, lograda desde detrás del objetivo, hasta el reporterismo gráfico, padre e hijo protagonizaron una andadura profesional y de compromiso, hoy rota por el fatal destino. Queda la esperanza de que, en un futuro, el prestigiado nombre de 'Wamba' vuelva a reencarnarse en los pequeños Pau y Lupe. Quién sabe. Tanto la magia de la fotografía como el duende artístico, cuando se llevan en los genes, todo lo pueden.

Mi más sentida condolencia a la esposa de Jorge, Elisa, a sus padres Vicente y Ana, y a la querida hermana, Laura. Un abrazo de solidaridad, con el convencimiento de que Jorge, ya en el camino sin retorno de Alfa y Omega, está plasmando en imágenes los infinitos rincones del cielo.