Todo después de un partido que se convirtió en una montaña rusa, después de que en la primera mitad se había articulado como una placentera visita a la Torre de Hércules. Con la ayuda de un muerto viviente como el Deportivo, descendido desde hace semana a Segunda, el equipo de Javi Calleja se divirtió en los primeros cuarenta y cinco minutos, rumbo al puerto seguro de Europa.

El técnico madrileño abundó en ese 4-2-3-1 que ha alegrado a los amarillos en la recta final. Con el trío de Fornals, Raba y Castillejo como estiletes para clavarse en el costado del Deportivo, el submarino se regaló tres tantos ante un rival inofensivo al que sólo espoleaba el orgullo y el compromiso de Borja Valle.

Antes de que el asunto se pudiera enquistar, Castillejo adelantaba faena en el minuto 2. El malagueño ensayó una jugada repetida hasta la náusea. Se hizo con la pelota en la banda derecha, se retrasó hasta el pico del área y, con su pie izquierdo, enroscó un disparo que, tras acariciar la escuadra de Rubén, besaba las redes para inaugurar el marcador.

El Dépor, semejante a la mirada vidriosa con la que Seedorf oteaba el césped desde la banda, se alimentó de los regalos de la retaguardia visitante. Con sendas penetraciones por la izquierda, ganando a Jaume Costa, Adrián López regaló dos centros en los que Lucas Pérez y Borja Valle pusieron en apuros a Asenjo.

Pero el empuje de Fornals y Castillejo no permitieron que el conato de rebelión prendiera. El primero, después de una jugada de Trigueros, colgó el balón desde la derecha al corazón del área. Allí el talaverano, siempre mesurado, siempre en el lugar correcto, remató de cabeza con sutileza, sin oposición, para en el minuto 31 anotar el 0-2.

La sentencia llegaba al filo del descanso. De nuevo Fornals, y de nuevo Castillejo. Fue el castellonense el que encontró la espalda de Luisinho, para que el malagueño apareciera, se pegara el balón al pie y, tras regatear a Rubén, anotara el tercero. Todo quedaba bien atado, aunque la segunda parte quisiera negarlo.

Empuje deportivista

El Villarreal se permitió relajarse. Como si se hubiese firmado un pacto de no agresión en los vestuarios, daba la impresión de que se iba a dejar que el cronómetro pusiera el punto final al trámite. Pero Borja Valle se negó a marcharse de Riazor esta temporada sin al menos no poner en apuros a su rival. Aprovechando la relajación de la defensa, el jugador leonés se impuso a Jaume Costa, después de que Lucas Pérez bajara de cabeza un saque de esquina. Era el 1-3, y quedaba por delante más de media hora.

Pero el paso de los minutos atemperó los ánimos de un Dépor que, cuando lo pensaba dos veces, tampoco tenía la necesidad de calentarse tanto la cabeza. En el Villarreal, Calleja oxigenó a su equipo con la entrada de Sansone y Cheryshev, que no encontraron la forma de alimentar la goleada y evitar las dudas.

A última hora, Borja Valle decidió convertir el encuentro en una montaña rusa. Con los cambios de marcador en el Benito Villamarín, donde al final llegaba un empate que sólo beneficiaba al Villarreal, la cosa se complicó cuando el berciano remataba a gol un centro de Adrián López.

Por un momento, la sonrisa se heló y la sombra del miedo recorrió el banquillo amarillo. Pero Cheryshev apareció para, con un disparo duro dentro del área, solucionar el asunto en el descuento. Una buena manera de poner la firma a un lustro de clasificaciones europeas.