Todos los profesionales de la salud tienen que lidiar diariamente con un alto nivel de estrés por el trato personal directo con sus pacientes, por la cantidad de gente a la que tratan en su jornada laboral y por la índole de esas interacciones y comunicación.

Estos profesionales no sólo tienen que estar formados en su especialidad, si no que también deben seguir unas pautas antiestrés (ejercicio, actividades placenteras, alimentación saludable, interacciones sociales,€) y ser conscientes de unas habilidades de comunicación óptimas con sus pacientes.

Cuando nos referimos al personal sanitario relacionado con la reproducción asistida, hay que hacer hincapié en esas habilidades comunicativas, puesto que se puede tratar de una asistencia de larga duración en la que se comunican malas noticias (resultados negativos, pérdidas de embarazos, enfermedades o la incapacidad para procrear), se inician y reinician los tratamientos, el nivel de estrés y alteraciones emocionales a los que se enfrentan los pacientes son elevados y se pueden ver aún más afectados por los tratamientos hormonales necesarios en el proceso.

Para estos profesionales es importante focalizarse en cada uno de los pacientes, empatizando con sus emociones y miedos en cada una de las etapas en las que se encuentren. Muchos centros de reproducción asistida incluyen el acompañamiento psicológico de los pacientes durante el tratamiento y también forman parte del equipo médico, asesorando y asistiendo a todos los profesionales que tienen contacto directo con los pacientes, mejorando sus interacciones y la experiencia de estos.

Existen unas características básicas para conseguir una comunicación eficaz:

Empatía: El saber reconocer los sentimientos de las personas que se tienen delante es fundamental para comunicar noticias delicadas.

Asertividad: Tras ponerse en el lugar del otro llega el saber transmitir correctamente esa información. Saber qué tono y proximidad utilizar, cuándo es preciso callarse o dar un tiempo para asimilar las noticias, qué lenguaje usar y cuál debe ser el escenario idóneo para ello.

Aceptación: Consiste en el conocimiento de las características e historia propia del paciente y en no enjuiciarlo, aceptarlo tal como es y adaptarse, evitando el paternalismo.

Autenticidad: Ser uno mismo, aceptando las propias características y limitaciones y no intentar dar otra imagen. De este modo se genera confianza y seguridad al ver la congruencia entre lo que dice y como actúa.

Estas habilidades se pueden ver reforzados con un trabajo de las propias emociones como base. Es fundamental sentirse bien con uno mismo para conseguir una comunicación más saludable y efectiva con los pacientes. Por tanto, queda patente la necesidad de que los profesionales de la salud cuiden su estado emocional. De este modo ganamos todos.