El entrenador de gimnasia investigado por abusar sexualmente de seis menores ha vuelto a ingresar en prisión tras un auto del juzgado de Nules dictado el pasado 14 de mayo y al que se sumó la Fiscalía de Castelló.

El acusado inclumplió en tres ocasiones la obligación semanal de comparecer en el juzgado que se había determinado en el auto de libertad provisional, la última el pasado 7 de mayo. Según informó el TSJCV, el acusado no cumplía con el día establecido y en una última ocasión compareció en un juzgado de una localidad distinta a la acordada, sin que el juez tuviera conocimiento. Con ello, el magistrado considera que el acusado actúa con "menosprecio" e "indiferencia sobre las decisiones judiciales", por lo que citó a la Fiscalía de Castelló y a las partes para una comparecencia de prisión, que acordó el pasado 14 de mayo.

En esa comparecencia, la Fiscalía de Castelló solicitó también la entrada en prisión del acusado ya que, además, tenía constancia de que había acudido a competiciones deportivas de las supuestas víctimas. A este respecto, el juzgado impuso una nueva medida cautelar el pasado 9 de mayo que le impide participar en actividades con menores de edad. No obstante, cuando el investigado acudió a la competición esta medida no le había sido notificada aún, por lo que no habría incurrido en incumplimiento. En cualquier circunstancia, con el auto de prisión esta medida queda garantizada.

Cabe apuntar que el entrenador se enfrenta ahora a un nuevo delito por quebrantamiento de medidas cautelares, que seguirá una tramitación judicial diferenciada de la acusación por delitos de abuso sexual, según informaron las mismas fuentes.

Tras la solicitud acordada ayer por el juzgado de Nules, el investigado regresa a la cárcel tan solo dos meses después de haber obtenido la libertad provisional y a la espera de que concluya la instrucción por los supuestos abusos sexuales.

La jueza imputó en su día al investigado, que trabajaba como entrenador en un polideportivo municipal, seis delitos de abuso sexual, castigados, cada uno de ellos, con penas que oscilan entre los dos y los seis años de cárcel. Así mismo, le imputó también un delito de abuso sexual con acceso carnal, penado con entre 8 y 12 años de cárcel.

Tras su detención, la investigación se centró en determinar si el preparador abusó de otros menores a los que ha entrenado en los últimos veinte años, ya que existen indicios de que podría tratarse de una conducta reiterada en el tiempo.

Violadas por sus progenitores

Por otra parte, cuando el agresor sexual se oculta en el hogar de la víctima, menor de edad, e incluso se trata de su propio padre biológico, los abusos y violaciones tardan años en destaparse. Así ocurrió con dos casos de agresiones sexuales continuadas, con demasiadas similitudes, que tenían que ser juzgados esta semana en la Audiencia Provincial de València.

Uno de los acusados, que se enfrenta a una pena de quince años de cárcel por violar a su hija desde que ésta tenía apenas siete años, no acudió a la vista oral y ha sido declarado en rebeldía. El otro procesado, para el que el fiscal solicita doce años de prisión, se limitó a negar en el juicio las agresiones sexuales y tocamientos, que comenzaron cuando la niña contaba con solo seis años de edad.

Ambos casos se produjeron en València y se prolongaron en el tiempo durante años hasta que las víctimas, ya más mayores -una estaba a punto de cumplir los 18-, se atrevieron a contar su pesadilla en el año 2016. Ahora tratan de superar las secuelas emocionales de que arrastran desde entonces. las psicólogas forenses del Instituto de Medicina Legal de València aseguran que una de ellas padece «un trastorno adaptativo mixto emocional y conductual» y que la otra requiere de atención especializada en un centro de salud mental como consecuencia de años sufriendo los abusos de su progenitor.

El primero de estos juicios se celebró en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial el pasado lunes. El acusado, de 57 años y nacionalidad ecuatoriana, optó por responder únicamente a las preguntas de su letrado. Así, negó que aprovechara las ausencias de su esposa en el domicilio familiar para realizar tocamientos a su propia hija así como el episodio en el que presuntamente la habría violado cuando ésta tenía unos ocho años.

Ya con trece años, el acusado colocó un palo atravesado en la puerta de la habitación para evitar que nadie les molestara. La víctima prefirió no declarara contra su progenitor.

En el otro caso, cuyo juicio fue suspendido por la incomparecencia del procesado, la menor era amenazada por su padre si no accedía a sus deseos sexuales. De hecho, le decía que mataría a su madre y a su hermana si les contaba lo que ocurría.