El destino de Vilafranca en la Guerra Civil pudo haber sido muy diferente de no mediar la amistad entre dos religiosos forjada en el convento de los escolapios de Peralta de la Sal, en Huesca. Narciso Monfort Tena (Vilafranca, 1907-Zaragoza, 1982) era hijo de una de las sagas industriales más relevantes del municipio dels Ports, los cuales transitaron de forma exitosa de tratantes de ganado a empresarios del textil.

En otoño de 1923 hizo los primeros votos en el colegio escolapio de Peralta de la Sal y el 20 de septiembre de 1930 sería ordenado sacerdote en Pamplona. Durante sus años en Peralta coincidió con Benito Otazu Rubalcaba (San Martín de Unx, 1913- Zaragoza, 1984) que inició el noviciado en Peralta en 1928. El pater Benito Otazu terminaría sus estudios en Irache y Albelda, donde realizó la procesión solemne en 1935.

Como en todo el país, el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 alteró el normal discurrir de los acontecimientos y Otazu se enroló como cura castrense en el ejército franquista, mientras Narciso Monfort, hizo lo propio y en septiembre de 1938 fue destinado a Galicia.

Vilafranca permanecería hasta la primavera de 1938 en zona republicana, hasta que el ejército franquista lanzó su ofensiva sobre Castelló para cortar las comunicaciones terrestres y marítimas entre València y Barcelona. Los franquistas penetraron en la provincia de Castelló por la zona norte y avanzaron hasta la costa. Por ejemplo, la IV División de Navarra entró en Vinaròs el 15 de abril de 1938. En la ofensiva tomaron plazas importantes como Morella o Cinctorres, pero el resto del avance sobre la provincia se retrasaría sobremanera.

Diversos temporales de lluvia y frío estancaron el frente en la Iglesuela del Cid, a escasos 11 kilómetros de Vilafranca. La población castellonense estaba guardada por una ametralladora instalada en el campanario, efectiva para controlar a la población civil, pero en minoría ante la artillería franquista. La situación durante ese mes fue de calma tensa. De hecho, el investigador Josep Monferrer i Guardiola asegura que se producían intercambios frecuentes entre ambos bandos de papel de fumar republicano producido en Alcoi por tabaco franquista de origen extremeño.

Por su parte, el padre Narciso Monfort, quería llegar a Vilafranca a través de Morella al conocer supuestas noticias de que los franquistas habían conquistado la plaza. Pero tuvo que bordear el frente por Cinctorres hasta llegar a la Iglesuela ante las noticias confusas sobre los avances, tal y como relata en su crónica de la Guerra Civil publicada en 1942, ´Cautivos por Dios y por España´.

Este intento de llegar a Vilafranca resulta determinante, ya que los militares apostados en la Iglesuela le confirman que Vilafranca no ha sido tomada aún. Con ello, termina en Cantavieja buscando un sitio en el que dormir. En esa localidad está instalada la IV División de Navarra, en la que ejerce de cura castrense su conocido, el padre Benito Otazu, y allí se produjo una conversación que salvó muchas vidas.

Monfort relata en su crónica su encuentro y cómo Otazu habría librado a Vilafranca de los bombardeos de la aviación. «A él se debe -escribe Monfort- en gran parte el que Villafranca no sufriera los horrores de la aviación. Conocía bien Villafranca por mis relatos de antaño, dio cuenta de su carácter derechista y de la importante industria que había en su interior, añadiendo que sería una gran pérdida para la España nacional la destrucción de tanta maquinaria, por lo que había que evitar, en lo que fuera posible, todo bombardeo. Se hizo caso y Villafranca fue de los pueblos que han permanecido intactos». Este es el único testimonio que existe hasta la fecha de la acción emprendida por Otazu, que tras la conversación con Narciso Monfort habría advertido a los mandos de los peligros de bombardear Vilafranca.

La entrada del ejército franquista en la localidad de Els Ports fue más rápida de lo esperado y acompañada de fuego de artillería. Así, los franquistas tomaron el municipio el 21 de mayo de 1938.

80 aniversario del bombardeo

En este punto, cabe poner en contexto la situación. Vilafranca está situada a escasos 15 kilómetros tanto de Benassal como de Ares y a poco más de 30 de Albocàsser y Vilar de Canes. El ejército franquista tomó Vilafranca el 21 de mayo de 1938 y, como es conocido, la legión Cóndor bombardeó las citadas cuatro poblaciones del Maestrat en diez ocasiones entre el 21 y el 31 de mayo causando, al menos, 38 muertos.

Ante los hechos cabe preguntar si estaba Vilafranca incluida en el conocido Experimento Stuka y que un documental de la productora Suica Films ha sacado a la luz, precisamente en el 80 aniversario. Según fuentes del Grup per la Recerca de la Memòria Histórica del segle XX de Benassal, origen de la investigación en la que se basa el documental y en la que se describen los detalles de dichos bombardeos, en los archivos militares de Friburgo no se han encontrado fotografías de Vilafranca ni órdenes que la incluyan como objetivo en el bombardeo, que sí sucedió en el Alt Maestrat.

Además, dos meses antes, el 28 de marzo de 1938 el general jefe del aire del ejército franquista, Aldredo Kindelán, había emitido una orden en la que prohibía el bombardeo sobre el casco urbano de las poblaciones sin una orden expresa de la Jefatura del Aire y que delimitaba el alcance de los ataques. Un año antes, en abril del 1937, la Legión Cóndor había bombardeado Gernika.

No obstante, el historiador experto en la Batalla de Levante, Carlos Mallench, confirma que en el archivo militar de Ávila, que conserva documentación sobre las misiones de la legión Cóndor, existen fotografías aéreas de Vilafranca que constatan, al menos, el estudio de la zona para posibles bombardeos. Además, está constatado que la aviación italiana y alemana ayudaba en su avance a la infantería durante toda la guerra y también en el avance por la provincia de Teruel. De hecho, Castelló, Vila-real, Borriana, València, Alicante y muchas otras poblaciones sufrieron bombardeos en los meses siguientes.

Preguntado por la posibilidad de que Otazu hubiera librado a Vilafranca de los bombardeos, Carlos Mallench indica al respecto que no se puede certificar con determinación aunque sí que existen sucesos de este tipo, como el caso de un piloto español que tripulaba un heinkell 111 de la Legión Cóndor y que hizo un comentario a sus mandos de no bombardear la Fábrica Segarra.