La directora de orquesta Carmen Mas ha estado en Castelló donde se ha puesto al frente de la Orquesta Filarmónica Martín i Soler de València (Ofmisv). Mas asegura que vendió su alma al diablo el día que la música le empezó a atrapar de una manera descomunal.

¿Cómo fueron sus inicios en la música?

En mi pueblo, Buñol (València), cuando naces lo primero que te ponen en las manos es un instrumento. Curiosamente, a mí me dieron el violín. Yo quería la trompeta pero había una especie de motivación para dar violines ya que eran los primeros que daban. Mi madre me convenció y luego fue la mejor elección. Así empecé en el mundo de la música de la mano del violín, que fue mi instrumento principal durante muchísimos años. Posteriormente, ya que no había tradición del violín en Buñol, empecé a estudiar en el conservatorio de València y, a partir de ahí, empezó mi curiosidad en todos los ámbitos de la música.

¿Ha sido duro para una mujer llegar donde ha llegado?

La carrera de dirección de orquesta es una carrera donde hay un gran desconocimiento. Es una carrera de largo recorrido. Tienes que tener un bagaje y, por lo menos, estar a la altura de los profesionales a los que te tienes que dirigir. Esto conlleva un estudio muy elevado, lleva que tengas que dedicarle unas horas determinadas. Pero seas hombre o mujer, tienes que dejar mucha cosas atrás, y tienes que estar dispuesto a ello porque la gente conoce solamente el lado positivo. Yo siempre he dicho que ha habido un antes y un después en mi carrera como directora porque cuando yo solo era violinista me tomaba cafés con todo el mundo y, ahora, prácticamente, no los tomo con nadie. No es fácil.

¿Ha notado algún comportamiento discriminatorio por ser mujer?

Ser una mujer directora de orquesta es un poco chocante, no solo por los hombres, sino también por las mujeres. Choca por igual a un colectivo como al otro. No he sentido un rechazo ni de unos ni de otros y no ha habido más problemas que han podido dar uno u otros. Sí que es cierto que, en el caso de las mujeres, las oportunidades que te dan son anecdóticas, no te conciben como una directora de orquesta, en eso aún queda mucho trabajo, no tenemos ese peso. Y me duele reconocerlo pero, en primera instancia, cuando dices que eres directora, como que no está muy claro. También tengo una personalidad que cuando estoy delante, no voy de mujer directora sino de que voy de director, y eso al final no das pie a que se te juzgue como una directora o como mujer.

Entonces, ¿prefiere que se dirijan a usted como director y no como directora?

No, me gusta que se dirijan a mí como directora, nunca digo director, digo la directora Carmen Mas. A mi me gusta ser mujer y estoy muy orgullosa.

¿Y el éxito llega rápido?

La carrera de directora de orquesta sí que es verdad que tienes que tener una formación muy alta y la idea de que la fama llega muy temprano no es verdad. Yo creo que, a no ser que tengas una determinada economía, que tengas políticos que apuesten por ti, que tengas un estatus que te lo den todo hecho, si no tienes nada de esto y te lo tienes que trabajar, el éxito llega después de años de experiencia. No te llega todo pronto sino a través de los años con la experiencia, con oportunidades, porque como directora de orquesta, lo que difícil es que te den oportunidades, seas hombre o seas mujer. Por eso, para mí, la dirección de orquesta es una experiencia. De hecho, cuando veo a directores de orquesta mayores, da gusto verlos ensayar.

¿Qué ha dejado atrás durante estos años de formación?

Yo siempre digo que detrás de un gran hombre dicen que hay una gran mujer, y detrás de una gran mujer, muchas veces, hay una gran soledad. Tienes que dejar atrás muchas horas con la familia, vida personal casi no tienes, con mis amistades tampoco tengo mucho tiempo, ahora que estoy en plena temporada mis amistades no las tengo, ni vida personal ni aficiones. El otro día me día que me lo pasé muy bien porque me tomé una cerveza en un bar, al aire libre y ahí estuve dos horas, y dije, madre mía, esto es un regalo. Entre los viajes y la preparación de concierto, la vida privada es lo que más echas de menos.

¿Qué le motiva para que la pérdida de vida personal le compense en lo profesional?

En mí caso, un día le vendí el alma al diablo. Aprobé muy joven como profesora de violín y lo que quería era independizarme, pero empezó a gustarme la música de una manera descomunal: quería estudiar planos sonoros, me hacía muy rica el trabajar con orquesta, mi sonido no era el violín sino que era el sonido de orquesta... y ese día vendí mi alma al diablo.

¿Cree que falta más divulgación de la música clásica?

En el caso de la música clásica es necesario acercarla a todos los públicos muchas veces, cuando haces un determinado concierto, a no ser que sea de bandas, que aquí hay mucha tradición de bandas, no hay un público joven, el público joven, digamos, que no se está acercando demasiado a la música clásica, a no ser que sean estudiantes de conservatorio. La música clásica se tiene que acercar también a la casuística actual y no separarla tanto para hacerla más atractiva. hacerla cercana. A veces se echa mucho de menos que no haya gente joven en los conciertos.

¿Y las administraciones están implicadas?

La música necesita un poco más de apoyo. Cuando hay una crisis lo primero que se cortan son las ayudas a la música y la cultura en general y sí que es verdad que no deja de ser un mero entretenimiento y lo subvencionan de esa manera. Yo siempre digo que un país culto es aquel que tiene una cabeza llena de todas las especialidades y entre ellas está la música. Y muchas veces las instituciones no apoyan lo que deberían a la música.