El 26 de junio de 2005 el Castellón logró su último ascenso. El protagonista fue un talentoso y menudo futbolista cántabro, de pelo revuelto y juego libérrimo. El gol de Manu Busto luce todavía en lo alto del imaginario colectivo del albinegrismo, que 13 años después anhela una alegría semejante. El gol de Manu Busto sigue persiguiendo al autor. «De vez en cuando la gente me lo enseña y yo a veces me lo pongo», admite Manu, a sus 37 años, todavía futbolista en la Tercera cántabra, y espectador de lujo el domingo en la ida del cruce Tropezón-Castellón que se decidirá en Castalia este fin de semana.

«El gol está en Youtube, y ya sabes. Entreno a un equipo de niños en Miengo, el pueblo donde vivo, y vienen con el teléfono a preguntarme si soy yo el que metió ese golazo», explica Busto, divertido y a la vez sincero porque en realidad fue un señor golazo. «También se lo enseñan los amigos a mis hijos, pero ellos pasan del tema bastante».

El gol de Manu Busto es lo primero que sale en Youtube cuando alguien teclea El gol de Manu Busto en el buscador. Era el minuto 14 del partido decisivo. El Castellón había perdido en Zamora 2-1, con Manu suplente en el encuentro de ida. En la vuelta en Castalia fue titular, en la mediapunta, partiendo desde la izquierda. El partido estaba en el alambre cuando el portero Oliva conectó con el jerarca Rodri en la salida, y Rodri encontró a Manu en posición interior, entre líneas. Se giró, avanzó y zumbó la bola potente y colocada, cerca del palo de la portería de Gol Sur, imposible para el portero Vilches. Castalia, que había colgado el No hay billetes, se vino abajo. A Busto lo engulleron compañeros y cuerpo técnico en una celebración icónica.

El Castellón, habituado a la urgencia y la necesidad, llevaba en Segunda División B desde 1994. El gol de Busto es aún la única alegría potente para unas cuantas generaciones de albinegros, que persiguen ahora otro ascenso, en otra categoría y con la misma presión. Manu Busto estaba cedido: venía de subir con el Pontevedra y ha jugado muchas promociones a lo largo de su extensa carrera, con picos de rendimiento en el Jaén y en el Oviedo. También pasó por el Valladolid B, el Lorca, el Levadiakos griego, el Portugalete y el propio Tropezón. Aún juega en Tercera, en el Bezana, «y me queda cuerda para un par de años». Con ese currículo y esas palabras Manu puede matizar una leyenda.

El día después de meter El gol de Manu Busto, Manu Busto estaba tomando unas cañas en el Rokelín, «que era del padre de Pepe (Castell, el mediocentro)». Busto recuerda al lateral David Casablanca, con el que coincidió en Pontevedra, como su mayor apoyo en Castelló, «un año irregular en lo deportivo hasta el final ideal, y maravilloso en lo personal», pero también hizo amistades locales. Una de ellas es Javi, un old face, un veterano aficionado albinegro. La anécdota la cuenta el propio Javi: «Había metido el gol la noche anterior, y yo estaba eufórico y él va y me dice 'en realidad a mí el fútbol no me gusta'». A Manu se le escapa una risa al escucharla. «Puede ser, puede ser, no digo que no. No me gusta ver partidos por la tele o ir a los campos, pero jugarlo sí, siempre y todavía, que conste».

Busto se acercó a Santa Ana el domingo para ver al Castellón. Saludó al pivote Marc Castells, que fue su compañero en el Oviedo. «El primer cuarto de hora el Tropezón salió más fuerte, pero luego el Castellón fue bastante superior», comenta. «Como clubes no tienen nada que ver. El Tropezón es familiar. A mí ver al Castellón en Tercera me da mucha pena».

Ambiente «play-off»

Salir de Tercera es un año más el objetivo del Castellón. «No hay una fórmula mágica para los play-offs», dice Manu, «simplemente estar concentrado, sabiendo lo que te juegas y ayudar al equipo en todo momento». «Estos son los partidos que luego recuerdas. Es lo que te queda. Es una maravilla jugar con esos ambientazos», añade. Como ocurrió en Tanos con Iván Sales, como ocurrió en 2005 con el propio Manu Busto, el play-off es una oportunidad, el play-off ofrece la capacidad de borrar todo lo anterior. «Puedes no haber tenido suerte en la temporada, pero luego aciertas en el play-off y eres Dios».

Manu Busto fue Dios una noche de junio en Castalia, donde no ha vuelto. «Me encantaría», dice.