Una de las grandes decepciones de la temporada fue el descenso del Alcalá. También la pobre campaña realizada por el Club la Vall que le hizo ser carne de cañón a las primeras de cambio. Pero en el caso de los xivertenses parte de la culpa la tuvieron los dirigentes a los que les faltó mano derecha para atajar una crisis que mantuvo al equipo dieciocho jornadas seguidas sin ganar (cuatro empates y catorce derrotas), y cuando se decidió cambiar de entrenador fue muy tarde.

Los mandatarios optaron por darle continuidad a Javi Celma hasta que la situación se tornó insostenible. Al final se consiguió una salida pactada del preparador benicarlando y se optó por la experiencia y el oficio del técnico conquense Paco Sáiz. Con él, el Alcalá mejoró. Empezó a ganar, pero para ese momento ya había perdido mucha comba respecto a los otros equipos que también peleaban por eludir el descenso. Con el descenso consumado, ahora toda saber amortiguar el golpe y preparar un proyecto serio y solvente para la próxima campaña, con muchísimos cambios en el equipo.