Hay quien piensa que contra la mala suerte no se puede hacer nada. Cristian Herrera saltó al campo a la hora de juego y al poco tiempo le llegó la pelota entre líneas, en posición óptima para montar la contra que sentenciara el Castellón-Tropezón de primera ronda. Cristian estaba solo con un océano verde a su espalda, pero se resbaló, se le fue el control y la jugada viró de inmediato. El Tropezón profundizó por la izquierda y se dio la carambola. El meta Zagalá tapó el disparo a quemarropa de Gonzalo, pero no pudo sacar el rebote corto del balón en Ferreres. Se podría decir que el Castellón no tuvo ahí buena suerte y asegurar que no se puede hacer nada contra la mala. Pero los albinegros sacaron de centro, Juanjo combó la apertura a Serra y Serra descargó el centro atrás para Cristian Herrera. Cristian pudo refugiarse en su desdicha: llevaba dos meses que no le entraba nada, acababa de salir y de meter la pata, pero en lugar de llorar Cristian prefirió empalar con inteligencia y furia la volea picada. Herrera anotó así el 2-1, y luego el 3-1 en el descuento, cuando la sombra de la desgracia planeaba, y también el 4-1 en el minuto 94 para rescatar al soldado Nuha en su debut trastabillado. El acierto de Cristian coronó el trabajo solidario del Castellón, que goleó y a la vez sufrió, porque así es el Castellón, y porque así es el play-off, que sin padecer no se consigue nada.

El deseo del equipo orellut supera de momento cualquier miedo. Sacó el Tropezón tras el pitido inicial y Cubillas persiguió el balón con el machete entre los dientes. El delantero desvió el golpeo largo del central visitante y Castalia rugió con fuerza. Rugido sobre rugido voló el ejército de pirañas de Sergi Escobar. El 1-1 de la ida invitaba a la especulación, pero el arranque del Castellón estuvo a la altura de la expectativa de la grada. Presionó muy alto, planteó emboscadas tras pérdida y marcó un ritmo diabólico en el primer cuarto de hora. Con la pelota se ordenó mediante triángulos y los apoyos florecieron de memoria: Abraham-Rubio-Serra por la diestra y Ferreres-Marenyà-Juanjo por la izquierda. El inicio fue modélico excepto en la puntería, que no es un asunto cualquiera. Cubillas cruzó en exceso un cabezazo en plancha, tras un centro de Abraham, y de ese cuarto de hora en la batidora no quedó más rédito que las sensaciones, que con el viento bailan.

Las sensaciones no ganan partidos pero ayudan a sobrellevarlos. El Castellón ha jugado play-offs, a veces, un poco de cualquier forma. El mayor argumento para el optimismo era 'cualquier cosa puede pasar'. A menudo lo mejor era el resultado y ayer en Castalia durante muchos minutos lo peor era el resultado. El Castellón de otro tiempo necesitaba algo extraordinario para ganar, y en ese comienzo autoritario volteó la ecuación. El Castellón ayer, esa era la impresión, necesitaba algo extraordinario para perder.

Las dudas

Y ese algo extraordinario a veces se da. El primer tiempo goteó algunos avisos. Se enredó el Castellón por vez primera en la salida, y regaló un córner. Se desordenó por vez primera para la segunda jugada, y concedió un tiro de Riki al lateral de la red. Se descoordinó por vez primera en el achique, y solo un erróneo fuera de juego cortó una ocasión clara del Tropezón. Se tambalearon los cimientos del partido y, en la duda, los líderes asomaron.

Marenyà levantó entonces al equipo en un despliegue extraordinario. Hubo jugadas de construir por un lado y llegar a la ayuda para destruir por el contrario. Los capitanes están para esas cosas. El Castellón recuperó a su órbita la pelota, y de paso el pulso adecuado. En el minuto 46 la personalidad y la paciencia tuvieron premio. El equipo mascó la última jugada del primer tiempo con infinita calma. De lado a lado movió el manzano y el fruto cayó de maduro. Dealbert conectó al fin con Ferreres, que tensó la rosca, y Cubillas atacó con rabia el primer palo. El 9 del Castellón firmó el 1-0 con un majestuoso testarazo cruzado.

Lo inesperado

En el segundo acto los cambios agitaron el paisaje. El Tropezón se quitó lastre y el Castellón perdió cuajo. Entonces llegó el 1-1 en propia puerta, el extraordinario momento de lo inesperado. El Castellón se levantó ahí como se ha levantado mil veces esta temporada, como se levantó en la ida, como indica la nueva genética albinegra, y Cristian dio el primer zarpazo. La bala de Nuha resultó ser después de fogueo, y hubo de sufrir con el Tropezón volcado. En el minuto 83, Fresno sacó a paseo su deliciosa zurda, y envolvió al larguero el disparo combado. En el segundo momento de crisis, el trío Castells-Enrique-Dealbert se agigantó barriendo los balones colgados, porque ya saben, los líderes están para esas cosas, y el instinto de Cristian convirtió uno de esos despejes de Dealbert en un certero pase largo. El Castellón pasó del pánico en el túnel a ver la luz en cinco segundos mágicos. Cristian regateó a Iván, encendió Castalia y tumbó la meritoria resistencia del Tropezón de Tanos.