Castellón y Sant Andreu se pasaron la tarde más pendientes de lo que podían perder que de lo que podían ganar, y por eso empataron sin goles en la ida de la semifinal del play-off de ascenso a Segunda División B. El 0-0 deja las conclusiones en el fino alambre que separa las razones de las excusas. El Castellón puede lucir portería a cero y enumerar las lesiones sufridas, y el Sant Andreu presumir de números de extraordinaria solvencia defensiva en su racha invicta e interminable. El caso es que los dos dejaron las urgencias para la vuelta del domingo en un Narcís Sala que promete bullir en emociones. Son equipos muy parecidos y como gemelos ambos sintieron lo mismo. Cada minuto que pasó el 0-0 les pareció mejor resultado. El telón fue cayendo por su propio peso: ¡Combate nulo!, le faltó gritar al colegiado.

El Sant Andreu tardó poco en demostrar que no es el Tropezón. Su puesta en escena inquietó Castalia. Los visitantes exhibieron una réplica de lo que suele ser el Castellón: presionó muy arriba y muy fuerte y empujó al rival a la incomodidad. El Castellón volvió a la formación habitual, sin un tercer apoyo en el medio, y el Sant Andreu lo aprovechó para distraer con la pelota y crear superioridades. La posesión visitante fue a menudo un mero pero eficaz mecanismo de defensa. En la mayoría de los casos el objetivo de tener la pelota no era más que no la tuvieran los otros, que no era poco, pero no era todo. Le faltó colmillo al Sant Andreu en campo contrario, en paisaje óptimo, y el Castellón, que arrancó algo aturdido, lo agradeció. Siguió sin fluir el cuadro de Escobar, no lo hizo en toda la tarde, pero trampeó el juego lo necesario para que cada jugada deviniera en guerrilla. Poco a poco templó el exceso de aceleración inicial, y el duelo se niveló.

El primer tiempo avanzó sin grandes ocasiones. El meta Segovia desvió a córner una volea lejana de Cristian Herrera, al cuarto de hora, y en el minuto siguiente repitió maniobra en una falta combada por Juanjo. La pelota parada fue el mayor argumento de unos y otros, pero en las dos áreas se impusieron las defensas. Entre golpe y golpe el partido se accidentó. Cubillas y Noguera chocaron cabezas en un salto en el área. Luego Kike Ferreres se lesionó y, con él cojo sobre el verde, el Sant Andreu avanzó en una de esas posesiones largas. Esta vez la mascó con hambre y la acabó bien: Zagalá blocó con apuros el tiro de Víctor desde la frontal.

El maltrecho Cubillas se quedó en el vestuario al descanso y Escobar cambió cromos dando bola a Nuha. Más sustancial fue la modificación de las piezas: Cristian se marchó a la izquierda, con Juanjo en el lateral, y Rubio se añadió a Marenyà y Castells en el medio. Así empezó dominando el Castellón para pronto perder de nuevo el hilo. La secuencia se repetía como si rodaran una película: intento de ritmo, interrupción, posesión larga y vuelta a empezar. A veces es así el play-off: la gente espera acción y se encuentra un drama de autor escandinavo. El paciente Sant Andreu desconectó los cables emocionales que unen la grada con el equipo en Castalia, y el partido fue un continuo sí, pero no, sí pero tampoco.

El final

Los problemas musculares de Juanjo hipotecaron también el tercer cambio del Castellón, y por ahí encontró el Sant Andreu una mínima ventaja para terminar mejor el partido. La banda derecha del Castellón tuvo con la pelota la peor tarde que se le recuerda: una pérdida de Abraham en el minuto 80 iluminó una oportunidad de oro para el Sant Andreu, un tres contra dos que Tito no supo resolver. En el 85 el portero Zagalá repelió al córner un zurdazo de falta de David. En el 90 Marenyà casi marca en propia al despejar un centro raso que se paseó por el área conteniendo respiraciones, y en el descuento, para sacar de puerta, Zagalá se hizo el remolón porque lo tenía claro: lo mejor era el resultado.