«La fotografía estenopeica supone un tiempo de reflexión al hacerla, un tiempo en el que suceden cosas mientras se está ‘cocinando’ la imagen en el interior de la cámara. Un momento en el que el silencio y la serenidad nos transporta», subrayan Lola Barcia Albacar y Marinela Forcadell Breva, dos artistas afincadas en Castelló que realizan fotografías con latas de metal.

Se trata de una técnica rudimentaria pero a la vez innovadora que permite mostrar imágenes más pausadas, una forma de trabajar que contrasta con la inmediatez del mundo digital. La lata asume una función de cámara. En su interior se coloca un papel fotosensible y a través de un agujero accede la luz que ejecuta la imagen durante 60 segundos. Luego se revela en un laboratorio en un proceso químico tradicional que encandiló en el siglo XX y que ahora ha quedado relegado frente a las nuevas tecnologías.

Surgen fotografías en blanco y negro que reflejan esos detalles que se pierden con las prisas actuales. «Captamos el tiempo; tardan las fotografías en hacerse 60 segundos, un tiempo en el que es muy complicado que las personas estén quietas. Por eso tenemos fotografías de la plaza Picadilly Circus (Londres) totalmente vacía», destaca Marinela.

Marinela y Lola (la primera es oriunda de Castelló y la segunda de València) iniciaron «fotolateras» justo hace diez años. Lola descubrió esta técnica en Francia. A partir de ahí las dos se apasionaron por este método y lo convirtieron en su profesión. Han «enlatado» más de cincuenta ciudades en esta década, entre otras, Tokio, París, Nueva York, Beijing, Madrid, Lisboa, Marrakech, Berlín, Amsterdam, Tampa Bay o Brujas.

Han exportado su arte, además, a diferentes partes del planeta. Hasta el 11 de junio exponen «Japón enlatado» en la Casa del Oli de Vila-real. En enero protagonizaron una muestra en Kioto (Japón) y en abril estuvieron en la Galería Nacional de Amán (Jordania). A Japón regresarán en octubre, donde tienen programada la exposición «Europa enlatada» en el Instituto Cervantes de Tokio. En España han participado en exposiciones en Madrid, Barcelona o València, entre otras ciudades.

Una repercusión nacional e internacional que pone de manifiesto el impacto de las dos fotógrafas. En enero montaron una gran cámara oscura en uno de los patios exteriores el Museu de Belles Arts de la capital de la Plana. Mostraron su colección de imágenes e impartieron cursos para colegios e institutos. Entre los escolares, el dispositivo era visto como una especie de artículo de magia.

«Viajamos a cada país con unas 40 latas», resalta Marinela. «Desde nuestra primera imagen cocinada dentro de una lata, la pasión y la práctica nos ha formado como un equipo artístico y técnico que trabaja en la misma dirección. Nosotras no disparamos fotos, nosotras cocinamos fotos. Conocemos la cámara digital, la gran capacidad de almacenamiento que una sola tarjeta de memoria puede llegar a tener, las posibilidades de luz, enfoque, retoque e instantaneidad de una técnica a la última. Pero nos gusta cocinar cada imagen, elegir el encuadre, el tiempo, revelarla, mimarla», subrayan en la web de «fotolateras».

Sus imágenes combinan lo onírico con lo real. Recuperan antiguos procesos que propician la creación de verdaderas obras de arte.