El arcángel San Rafael también volvió a desfilar en la procesión del Corpus Christi de Morella. La representación de este año la ha compuesto un hijo de la persona que el periodista gráfico de Levante de Castelló Vicent Gamir capturó en 1993 con su cámara Nikon. Aquel fue un instante irrepetible, una fracción de segundo capaz de condensar sobre el papel toda la Historia del Arte, de Fray Angélico a Robert Capa.
La imagen del fotógrafo fallecido tenía un formato vertical y fue publicada en blanco y negro en las páginas de este diario. Entonces únicamente los morellanos supieron que la persona que allí aparecía con ropa angelical y dos enormes alas de cartón piedra era el paisano llamado Diego Olivares Maina.
Pero, fuese quien fuese aquel paisano, la estampa (que ha servido de portada de Examen oral d´històries, el libro de esta sección que el miércoles 13 de junio se presenta en València) lo muestra como un ser alado, con la mirada perdida, mística, que luce el bastón de los peregrinos y parece flotar sobre un tapiz de arrayanes. No obstante, también se nos muestra como un tipo de carne y hueso que, por debajo del utillaje bíblico con aparato aeronáutico incluido, nos deja entrever los mocasines de los días de mudar, el cuello de la camisa a rayas y las gafas de pasta.
Aquella tarde de domingo, el divino Rafael debía acompañar a Tobías hasta la casa de la joven Sarah; sin embargo, a la mañana siguiente de la Festa Grossa, el humano Diego tendría que volver a manejarse con la grúa elevando chatarra en el desguace Hermanos Olivares. Tal vez ésta era su manera particular de demostrar que en las dos facetas controlaba el difícil arte de alzar el vuelo.
