Topónimo, fiestas, cruz, puente universitari... Son miles los frentes abiertos del bipartito en los que está consiguiendo confrontar a la sociedad. Lo llamativo es que la mayoría de estas polémicas las han creado ellos de la nada, porque no eran demandas ciudadanas. El topónimo de la ciudad no había generado una necesidad de cambio en los castellonenses, salvo en un pequeño núcleo cercano a Compromís. Un pequeño núcleo que nos ha impuesto al resto de ciudad, con la complicidad del PSOE, la eliminación de uno de los símbolos de nuestro respeto por el bilingüismo. Tampoco había generado controversia en el grueso de la población la cruz del parque Ribalta, un monumento resignificado y dedicado a las víctimas de la violencia que, tal y como certificaba la Conselleria no era necesario derribar en relación a la Ley de Memoria Histórica si en ella no se daban concentraciones. A respuesta de Ciudadanos, el bipartito no tuvo más que confirmar que en la cruz no se había celebrado ninguna concentración fascista. El problema es que el bipartito, especialmente Compromís, está elevando a tema de ciudad las reivindicaciones de sus minorías cercanas, e imponiéndonoslas a la totalidad de los castellonenses.

Y en otras ocasiones, los problemas surgen porque no escuchan a los vecinos, como tampoco escuchan a los sindicatos o los partidos de la oposición. Que el món de la festa clama por su independencia y pide convocar urgente una Asamblea para elegir nuevo presidente y Junta, la concejal de fiestas se autoerige presidenta de la Junta y aplaza para dentro de dos meses la Asamblea, después de la elección de la reina; que los vecinos del Raval Universitari y Ampas piden un puente ciclopeatonal, ellos deciden abrirlo al tráfico; que Maestría se queja de las deficiencias de la obra de la supermanzana, ellos aseguran que las quejas son inventadas y pretenden exportar el concepto a toda la ciudad; que los funcionarios piden mejorar la situación creada en diversas áreas del consistorio, el equipo de Gobierno les expedienta sin escucharles; que las asociaciones vecinales piden facilidad en los trámites en pleno siglo XXI, el bipartito multiplica los informes a rellenar; que los vecinos se quejan por la proliferación de autocaravanas mal aparcadas en la playa o la suciedad de los solares abandonados, ellos congelan la aprobación de las ordenanzas para solucionarlo; que los padres reclaman libertad para elegir la educación de sus hijos, ellos defienden la imposición de Marzà; que necesitamos trabajo y el Ayuntamiento cuenta con fondos, ellos suben los impuestos a las empresas; que la mayoría de castellonenses no son independentistas, los concejales participan en manifestaciones y mítines en favor del Procés, etc. etc. Si incluso querían cambiarnos las tradiciones cuando prohibieron la entrada a la concatedral el Día de la Romería...

Y es que el bipartito cree que tiene la verdad absoluta, son de 'pensamiento único'. Ellos son los enviados por la divinidad para hacernos ver el camino correcto. Olvidan que lo que realmente deberían hacer es mejorar nuestra ciudad y atender las voluntad de la mayoría de los castellonenses. Este Castelló mío, este Castellón nuestro, ay, ay!