Probablemente el fútbol no sea el mejor lugar al que llevar a un niño, pero sí donde antes aprenderá, sin anestesia, de qué va en realidad la vida. El Narcís Sala acogió ayer un duelo bronco y nada ejemplar, incluso desagradable, que se enredó sin vuelta atrás en la acción decisiva del minuto 44, cuando Cubillas fue agarrado por Carroza y el árbitro decretó penalti y expulsión tras la caída. El penalti lo pareció poco porque el agarrón comenzó fuera del área y la expulsión pareció aún menos por un montón de motivos. El caso es que Rubio anotó desde los once metros el 0-1 y ya nada fue igual a partir de entonces. El partido derivó en un espectáculo crudo a carne viva, en una sucesión de choques, engaños, fallos y enajenación colectiva. El Castellón jamás supo leer la situación tras el descanso, desperdiciando un océano de espacios en superioridad numérica, y el Sant Andreu percutió con orgullo y juego directo hasta el último suspiro. Acumuló pelotas paradas en la ratonera, pero solo acertó en una, un córner que cabeceó Óscar a la red en el minuto 86, y por eso sobrevivió el Castellón de Escobar, ileso de milagro, aferrado al valor del 0-0 de la ida, y feliz en la final del play-off de ascenso después de un esforzado ejercicio de agonía superlativa. Quizá no mereció pasar, ni en la vuelta ni en Castalia, pero pasó, y nadie sabe mejor que el Castellón lo poco que sirven los merecimientos en el infrafútbol de hoy en día.

El partido lo marcó la caída de Cubillas. En el minuto 44 se pitó el penalti, que se tiró dos o tres minutos después. Por el camino hubo patadas al punto fatídico, discusiones varias y un largo protestar. Javi Rubio aguantó los excesos del teatrillo y aseguró el gol por bajo, un 0-1 hiperbólico, y aquello no fue el final sino el principio. El primer tiempo acabó con un córner que Dealbert voleó fuera, y Serra de pronto apareció en el suelo supuestamente agredido. Se montó una tangana tradicional y clínica, con miembros del cuerpo técnico incluidos, con el árbitro definitivamente superado, y alimentando entre todos el devenir caótico del segundo tiempo, que avanzó desbocado como un río.

Antes, cuando el pitido inicial, el Castellón tardó menos de un minuto en tener una ocasión clara. Nuha, novedad en el once, aprovechó un mal toque de un rival para plantarse frente a Segovia, que le ganó la partida. En el minuto 5 anularon un gol a Cubillas por fuera de juego, tras rematar una falta lateral, y ahí empezó a virar el partido. El Sant Andreu llevó el juego a campo contrario y coleccionó situaciones de pelota parada. El Castellón defendió con tensión y atención, y el especialista Alcover no tuvo tampoco el mejor día. Zagalá desvió el lanzamiento más peligroso y Escobar corrigió el planteamiento inicial: escoró a Nuha y devolvió a Marenyà al centro. Los visitantes ganaron agresividad y oxígeno hasta el descanso [un tiro de Jordi, un robo de Jordi, una ayuda de Jordi] coronando esos síntomas positivos con el 0-1 de Rubio, a los postres decisivo.

El asedio

En el descanso el árbitro pidió protección policial, en un ambiente de gritos, amenazas y carreras que vaticinaba tormenta eléctrica. Con un hombre menos, el Sant Andreu mostró un coraje extraordinario. La turbina incansable de Josu se impuso en la zona de enganche y Azparren juntó en ataque a tres delanteros. El Castellón manejó fatal el panorama, con compromiso pero sin lucidez, desperdiciando sus mediapuntas situaciones claras para la contra, torpes en superioridades de todos los colores. El Sant Andreu embistió casi siempre por alto y a pelota parada, aprovechando la falta de cuajo de los visitantes, que sufrieron lo suyo. El Castellón jugó con el fantasma de fatalidades recientes en la retina, y anduvo muy cerca de pagarlo con la eliminación. Tras merodear el empate, el Sant Andreu lo encontró en el minuto 86, en un córner que cabeceó a la red Óscar para hacer el 1-1. El Castellón se acurrucó entonces como un ovillo, remolón, cerrando las rendijas al dolor y al destino. En el minuto 96, el último del añadido, el gigante Elhadji se dispuso a sacar de banda. Elhadji llevaba unos cuantos que lanzaba la bola como si fuera una mandarina. Era esa la última, era esa o no era, el Narcís Sala bullía y subió al remate hasta el portero: en el albinegrismo asomaron imágenes de Gavà, de Haro, de Linares, de Tafalla, asomaron imágenes de una retahíla de desgracias, imágenes que irrumpen en pesadillas de miles de vidas. La pelota surcó al fin el cielo metálico de Sant Andreu y Zagalá saltó valiente para despejar de un puñetazo el balón, y de paso a un número de demonios infinito.

Ficha técnica:

UE Sant Andreu: Segovia, Llamas, David López, Carroza, Noguera, Víctor (Elhadji, min. 64), Alfred (Juanma, min. 45), Guerrero (Kuku, min. 24), Óscar, Alcover y Josu.

CD Castellón: Zagalá, Enrique, Dealbert, Arturo, Juanjo, Marc Castells, Javi Rubio (Ximo Forner, min. 67), Marenyà, Javi Serra (Cristian Herrera, min. 90), Cubillas y Nuha (Iván Sales, min. 58).

Goles. 0-1, min. 45: Javi Rubio, de penalti. 1-1, min. 86: Óscar.

Árbitro: Velázquez Rodríguez (Tenerife), asistido por Tanausú De la Rosa y Cardador Vargas. Amonestó a los locales Llamas, Víctor, Segovia, David López, Elhadji y Óscar; y a los visitantes Nuha, Dealbert, Forner y Enrique. Expulsó al local Carroza en el minuto 44 por roja directa. También al local Guerrero en el minuto 60, cuando estaba en el banquillo.

Estadio: Narcís Sala, unos siete mil espectadores. Casi lleno. Guerrero capitaneó a los locales y Marenyà a los visitantes.