El Ayuntamiento de Almassora dará hoy uno de los pasos más importantes de su historia para la equiparación de los trabajadores que forman su plantilla, sean hombres o mujeres. El I Plan de Igualdad que aprobará el pleno supone dar visibilidad a una realidad que se mantiene en segundo plano, que tenemos necesidades especiales y que podemos atenderlas con pequeños gestos.

Bien es cierto que no debería tildar de «pequeño», por ejemplo, el hecho de facilitar los desplazamientos a las trabajadoras municipales que acuden a revisiones médicas para prevenir el cáncer de mama. Como también he leído «cosmética» esta pasada semana para definir la elección de las ministras que componen ya el Gobierno de Pedro Sánchez. Ni cosmética ni superficial ni de cara a la galería.

Nuestro Plan de Igualdad y el hecho de que ¡por fin! haya más mujeres que hombres en el Ejecutivo son reflejo de la realidad, ni siquiera de lo que está por venir. Hablamos de la sociedad actual. Hay más universitarias, menos mujeres que abandonan sus estudios, más abogadas, maestras, periodistas? y tantas profesiones que en estos días tienen que abrir paso a sus cúpulas de dirección a ellas, que rompen los techos de cristal con menos ayuda de la Administración de la que debería existir.

Por eso es enormemente satisfactorio ver que hace tres años fui la primera concejala de Igualdad de Almassora, un municipio que hasta la fecha había carecido de equipos de gobierno que consideraran importante crear esta cartera, y hoy aprobaremos un plan tan necesario a escala municipal como lo es en la nacional la foto de familia con más ministras que ministros en el Gobierno de Sánchez.

Seguramente vayamos más lentos de lo que nos exige la sociedad en la equiparación de hombres y mujeres, pero hasta hace tres años Almassora no formaba parte del protocolo Viogen para la protección de mujeres víctimas de malos tratos, nadie consideró oportuno aprovechar el espacio de las fiestas patronales para decir «no» a la violencia machista y, entre otras cosas, no teníamos agente de igualdad. El camino se hace andando y tenemos que dar más pasos seguros hacia cuestiones capitales como la conciliación o los permisos de paternidad.