la persona que inventó aquél eslogan de que «España es diferente» tenía tanta razón que la frase sigue estando de plena vigencia. Se va uno de vacaciones fuera de España en un periodo breve, y cuando vuelve se da cuenta de que, sin pasar por las urnas, se ha producido un cambio de Gobierno, y a mí sin duda, en una cuestión tan importante para la gente y para el país, me gusta votar. De la misma forma que me gustaría que las listas más votadas para pueblos, ciudades, autonomías o parlamentos nacionales fueran las que afrontaran la gobernabilidad de las instituciones; de la misma manera que como hay en algunos países en los procesos electorales hubiera una segunda vuelta para favorecer la mejor representatividad sin tanto guirigay o grupúsculos. Y por supuesto, me gustaría así mismo el sistema de listas abiertas, para no votar sólo a partidos sino a personas. Pero pasan los gobiernos y nadie piensa en llevar a cabo reformas de esa naturaleza, y es que posiblemente soy un optimista o un iluso, que no comprende que aquí, lo que todo el mundo quiere es mandar sea como sea y no de la forma ideal. Esta es la democracia que tenemos y no hay otra hoy por hoy.

Es difícil de entender que cuando hace sólo unos días se habían aprobado los presupuestos generales del Estado, que confirmaban cierta estabilidad, se presente una moción de censura por un candidato que había llevado a su partido a los resultados más bajos en los últimos procesos electorales, al que su propio partido hace algún tiempo había desalojado de su secretaría general, de pronto se de la vuelta a la tortilla y, con una actitud del Partido Nacionalista Vasco difícil de entender por cualquier persona decente, acabe con un Gobierno con los mejores resultados económicos y de creación de empleo de mucho tiempo, al margen de estar trufado de algunos personajes poco recomendables que se han enriquecido indebidamente.

Era muy difícil que afrontando la dureza de la tremenda crisis económica vivida para salir de la cual había que tomar determinaciones serias, rigurosas y poco populares; que afrontando así mismo con gran decisión el problema catalán; y que teniendo enfrente a la mayor parte de los medios de comunicación -la política del PP en este campo en los últimos años ha sido un auténtico desastre-, golpeando día a día en todos los programas y no sólo informativos, pudiera sobrevivir, pero como no hay mal que por bien no venga, esto le va a permitir al Partido Popular una gran reorganización, prescindir de ocho y nueves y cartas que no ligan y recuperar el puesto que ha tenido en la historia de este país.

También será el momento de que muchas personas con limpios historiales y brillantes curriculos den un paso al frente para participar en los próximos procesos electorales, dándose cuenta de que o algunos dan ese paso al frente o llegan otros con menos historia y muchas ganas de revanchismo y se te llevan por delante. Se presentan tiempos muy interesantes y atractivos para gente con ganas de servir y no servirse.

La primera prueba del algodón del nuevo Gobierno la iba a dar la composición del mismo. Y de entrada debo decir que me ha sorprendido gratamente con algunas biografías brillantes de algunos de sus integrantes, al margen del efecto - pasarela de mayor número de mujeres,- a mi siempre me ha parecido más importante que el número su brillantez, su capacidad y su inteligencia- presentadores de televisión, jueces populares o hasta astronautas.

De entrada parece un buen grupo, pero como dice el principio bíblico «por sus hechos los conoceréis», cuando se pongan a gobernar por la presión de sus grupos de seguidores y fundamentalmente de Podemos y los nacionalistas. Oigan y si nos suben las pensiones, si hacen el corredor mediterráneo, todo ello y más cosas sin subirnos los impuestos, sólo hay que desearles suerte y al PP que se regenere, porque en el seguirá confiando mucha gente.

Antes de poner el punto final a este comentario y al margen de lo expresado, quiero tener un recuerdo para una persona fallecida estos días en que estuve ausente. Me refiero a Roberto Pérez de Heredia, al que conocí hace muchos años en el despacho de José Maria Breva. Roberto ha sido una de las personas más cultas y sensatas que uno puede echarse a la cara. Amante de todas las cosas de Castellón y sobre todo de su querida Germandat de la Conquesta, Roberto fue siempre un hombre discreto, educado, amigo de sus amigos; una persona verdaderamente entrañable. Con el mejor recuerdo que nos ha dejado, reciba su querida esposa Amalin, su hermano Ignacio y el resto de su familia, la expresión de mi más sentido pésame. Siempre nos quedará su imagen de hombre de bien.