La tardanza en la aplicación de las leyes de memoria histórica ha querido que el derribo de la Cruz de los Caídos de la Vall d´Uixó haya coincidido con el 80 aniversario de los bombardeos de la Legión Cóndor sobre la población. Entonces las cruces eran otras: la cruz de hierro y la cruz gamada, que la aviación nazi exhibía en su vuelo mortal. No obstante, como se quiera que la cruzada contra los «enemigos de España» (las izquierdas, el separatismo, la masonería y el judaísmo) fue un golpe católico, la cruz que acabó erguida en la plaza fue la de Cristo, y, como en el Gólgota, también estuvo acompañada por el yugo y las flechas de la F.E. y las aspas del carlismo.

El exalcalde y diputado conservador Óscar Clavell, ha declarado que el primer edil de la democracia, el comunista Zaragoza, únicamente mandó retirar la simbología franquista y respetó el símbolo religioso. Pero el popular ha obviado que ha sido, precisamente, EUPV, continuadora del viejo PCE e integrante del gobierno local, la que ha exigido el cumplimento de la ley.

Dos voces autorizadas

El arquitecto Ignacio Martínez Juárez, vecino de la plaza, ha dejado constancia: «El 31 de mayo, pero de 1938, nueve aviones alemanes pertenecientes a la Legión Cóndor, efectuaron el primer bombardeo que sufrió la población de la Vall d´Uixó, durante el transcurso de la Guerra Civil. Ahora se cumplen pues, 80 años de aquella efeméride. Las consecuencias de estas acciones fueron, la muerte de al menos 14 personas, así como numerosos heridos, y la destrucción total o parcial de muchas edificaciones. Tras estas acciones, la población civil fue evacuada y la ciudad quedó despoblada hasta la finalización del conflicto civil.

Entre los edificios que resultaron afectados se encontraba la finca donde actualmente resido». Hasta la semana pasada, a este arquitecto la cruz se lo recordaba cada día al asomarse a la ventana.

Otro testimonio que ha resonado a lo largo de este mes de junio es el del periodista y editor vallero Nel·lo Navarro, según decía: «El "pito" de la fábrica Segarra, que s´utilitzava com alarma, va sonar avisant que venien els avions feixistes, i Amparo, Pascual i el seu fill s´amagaren a un refugi, amb tan mala fortuna, que una bomba va caure a la boca del mateix i els va colgar. Quan els rescataren un grup de soldats republicans i altres veïns del poble que estaven per allí, Amparo i el seu fill Pascual ja eren morts. El seu marit encara era viu i el traslladaren a l´hospital de sang que hi havia a la Vilavella. Pascual Bonet Buïls va morir allí hores després». Aunque esta familia fue víctima del bando nacional -el mismo que luego levantó la cruz de la Vall- ninguno figuró con su nombre en la lista de «caídos por Dios y por España».

Ahora, el ayuntamiento piensa erigir sobre el antiguo pedestal del memorial desmemoriado la figura de un músico. Esperemos que la partitura que se toque sea del gusto de todos y los nostálgicos se vayan con la música a otra parte.