Si hay un tema que es motivo, no ya de enfrentamiento, sino de crispación máxima es el de la lengua y, en concreto, el del topónimo 'Castelló', aprobado ya inicialmente en el pleno del pasado mes de mayo y que ayer volvió a salir a debate para iniciar su periodo de alegaciones. Y fue este punto el que sirvió, una vez más, para sacar lo mejor y lo peor de los representantes políticos, donde palabras como pensamiento único, épocas totalitarias y nazismo se entremezclaron entre sí en un descontrolado momento de frenesí.

El momento más caliente fue cuando el portavoz de Compromís, Ignasi Garcia, le echó en cara al PP que en temas como el de la lengua haga referencia a argumentos propios de épocas pasadas. En el momento de volver a su asiento, desde la bancada popular el edil Carlos Feliu, como así reconoció él mismo, le llamó «nazi», lo que generó momentos de crispación entre los cuatro ediles de Compromís y el PP, exigiendo una rectificación que, finalmente, se produjo bajo la mediación de la portavoz popular, Begoña Carrasco, y de la alcaldesa, Amparo Marco.

Ya el tema comenzó a calentarse desde el primer momento, cuando el portavoz de Castelló en Moviment, Xavi del Señor, acusó a PP y Ciudadanos de «buscar solo incendiar la ciudad» con cuestiones como la lengua, la Junta de Festes, la banda de música o la cruz del Ribalta. «Y si estos son los grandes temas de ciudad que les preocupan, pues hay que decir que el equipo de gobierno lo debe estar haciendo bien». Del Señor, finalmente, dio las gracias «a todos los que han hecho posible el proceso del cambio para recuperar la normalidad» con el topónimo exclusivo en valenciano de 'Castelló'.

Vicente Vidal, portavoz adjunto de Ciudadanos, defendió que su partido es «de centro, no de extrema derecha» como le había espetado Del Señor. Sobre el topónimo, criticó que se haya tomado la decisión «sin contar con la opinión de los vecinos». Vidal insistió en que en la ciudad hay otros temas más importantes y dijo con contundencia que «aquí hay que hablar de temas como el empleo joven o la desaparición de comercios, y no hablar de chorradas», que es como definió el tema del topónimo, al asegurar que «el cambio de nombre de la ciudad no le interesa a nadie».

Carlos Feliu, al margen del incidente, volvió a recordar que la ciudad ya contaba con el nombre de Castelló desde hace más de 30 años y que aquí lo único que se hace es eliminar el término en castellano. Además, se preguntó por el coste económico que, por ejemplo, supondrá poner el nombre en valenciano en los uniformes de los agentes de la policía municipal, unos 300.000 euros según los populares.

Ignasi Garcia, concejal de Normalización Lingüística, incidió también en la nueva «maniobra de crispación» con el topónimo y se lamentó de que «la derecha haya perdido la ocasión de pedir perdón por haber calumniado y menospreciado a las instituciones y expertos» que avalaron el topónimo exclusivo en valenciano, personalidades a las que «llamaron mercenarios».

Hermanamiento con Ube

Por otro lado, el pleno aprobó los trámites iniciados para el hermanamiento con la ciudad japonesa de Ube, una propuesta que contó con el voto en contra de Castelló en Moviment, para quien el hermanamiento en cuestión es «con una empresa». Así mismo, todos los grupos ratificaron el punto para impulsar la rehabilitación integral del colegio Herrero.