Lluis y Mateu, los hermanos Estela Alcarria, tienen 15 y 10 años y viven en Barcelona, pero son del Castellón porque ese era el equipo de su abuelo. En la previa del partido de vuelta en Sant Andreu, su tío Sergio los observaba con cierta compasión, porque los chavales estaban ilusionados a tope y convencidos de pasar, y él en cambio andaba, curtido por las cicatrices de la experiencia, temiéndose lo peor para el partido de vuelta, vaticinando un trauma iniciático en blanco y negro. Pero no: en el Narcís Sala se impuso al final la fe de ese sector jovencísimo del albinegrismo que jamás ha visto un ascenso, que es capaz de vivir semanas así en plan fiesta. Lluis y Mateu, danzando y cantando en el fondo que llenó la afición albinegra en Sant Andreu, se lo pasaron mejor que nunca, se lo pasaron tan bien que hoy repetirán en Castalia.

Nadie quiere perderse la posibilidad de celebrar en vivo el anhelado adiós a Tercera. No faltará Santiago Arcas, desde Sevilla, un clásico. Hay quien viene incluso desde más lejos. Víctor Hernández tiene 24 años y vive y trabaja en Holanda, y protagoniza un viaje relámpago únicamente para estar en Castalia. Vino al partido con el Tropezón junto a su novia Jojanneke, y se emocionó al ver el campo tan lleno después de años de penurias en Tercera. Dos días antes de la ida en Portugalete compró los billetes para la final de hoy. Su padre le dijo que se esperara, no fuera a ser que el resultado de La Florida se antojara insalvable. «Cuando Zagalá salvó el 2-0 me acordé de mi padre», bromea. Otra vez el optimismo de los jóvenes tumbando los miedos de los mayores.

Mayor empieza a ser Pepe González, que lleva dos viajes desde Londres para ver al Castellón en el presente play-off. Pepe subió al avión sin dormir, enlazando una larga jornada laboral, y sin dormir espera volver mañana temprano, porque pase lo que pase acabará en el pub Waticano.

El freno del horario

Menos suerte han tenido otros aficionados albinegros, perjudicados por el horario tardío y el lunes laborable. Emilio Pons viajó desde París para estar en Gavà hace dos años, y repitió fórmula para asomar por Castalia contra el Tropezón, pero no ha encontrado transporte para llegar el lunes a primera hora a trabajar en Francia. Caso similar es el de Enrique Tejedo, que acumula viajes desde Madrid estas últimas temporadas, pero no tiene manera de estar puntual en el trabajo mañana. Lo seguirán con dolor desde la distancia, como acostumbran los albinegros de fuera.