Los resultados de las pruebas de ADN realizadas a los perros de la jauría que atacó a un agricultor el pasado 7 de enero en La Vall d'Uixó han dado positivo y confirman la participación de algunos de ellos en el suceso. Los animales se encontraban en un refugio ilegal en las afueras de dicha localidad y atacaron a la víctima mientras realizaba labores agrícolas en un campo cercano a donde estaban los animales. Como resultado de los ataques, el hombre falleció días más tarde en el Hospital a causa de las heridas provocadas por las mordeduras de los animales.

El juez de instrucción consideró tras el ataque que debía determinarse la implicación de estos perros en el mismo mediante pruebas de ADN. Con respecto a las pruebas, éstas no han dado positivo en todos los perros, por lo que algunos podrían no haber participado en el suceso.

Por este caso está imputado el propietario del refugio ilegal, que acumula más denuncias por ataques previos, dado que podría ser responsable de la muerte del agricultor.

Desde que ocurrieron los hechos los perros se mantienen en un proceso de rehabilitación a manos de una protectora, quien asegura que «sobrevivían en mal estado y completamente asalvajados».

En colaboración con la protectora, el Ayuntamiento de La Vall d'Uixó aporta el dinero necesario para la manutención y cuidado que requieren estos animales hasta que el juez que guía el caso decida sobre su condición.

Fuentes de la protectora consideran que la progresión de los animales es positiva, especialmente en dos de ellos, pero no suficiente como para ofrecerlos en adopción: «Los perros aquí se comportan, progresan adecuadamente con el entrenamiento y llevan una buena convivencia, pero esto no quiere decir que si se les cambia el entorno o los estímulos no puedan volver a atacar». «Desde luego, los perros están mejor que cuando entraron, tanto en salud como en carácter y comportamiento», indicaron. Además, la protectora asegura que en las revisiones que se han llevado a cabo para coger muestras de pelo, entre otras, «siempre han reaccionado bien y las valoraciones han sido muy buenas por aquellos que han visto y revisado la evolución de los animales».

Por el momento, los perros son tratados como el resto de canes de la perrera. «Les alimentamos para que estén sanos y han ganado el peso que necesitaban», detallan los cuidadores. Según informaron, se les proporcionan las vacunas y la desparasitación interna que necesitan cada tres meses y una externa con pipeta mensual. «Procuramos mantener a los animales con una rutina, que se centra en no exponerlos todavía a situaciones que puedan llevar a un nivel estrés que desencadene en comportamientos de agresividad», confirma la intercesora.

Desde la protectora añaden que «si bien es cierto que hay casos contados en los que el animal desde el primer día daba signos de docilidad y mejora, hay otros en los que no se puede hacer mucho más por ellos. Las carencias de cuidados y sociabilidad que han tenido desde pequeños son difíciles de subsanar del todo».