Antiguos alumnos del Instituto Francisco Ribalta de Castelló que iniciaron sus estudios de bachillerato hace 56 años se reunieron ayer en un «esmorzar de germanor», típico de alquería. Entre los más de veinte asistentes estuvo mosén Fernando Moreno, de 85 años, único profesor vivo de aquel entonces. En la reunión recordaron a sus antiguos preceptores, el historiador Francisco Esteve, el lingüista y literato Eduardo F. Marqués, entre otros, a cuyas clases tuvieron «la suerte y el honor» de asistir.

Levante de Castelló ya se hizo eco el año pasado de la multitudinaria celebración que se llevó a cabo en el instituto, con profesores que hoy imparten sus enseñanzas en el centro, seguido de una comida que congregó a 200 exalumnos con motivo del centenario del edificio. Fue en ese acto donde los exalumnos se reencontraron con el profesor de Religión Fernando Moreno Aguilar, el único de la promoción que aún está vivo.

Sin duda un hombre entrañable, moderno y valiente que defiende, por encima de todo, el ser buena persona. «Los derechos universales de hacer el bien no son valores del evangelio sino de la convivencia humana. No hace falta ser creyente para ser buena persona. En la religión hay dos tipos de personas: los practicantes, que son los que van a misa todos los días, a las procesiones, etc.; y los que tienen fe, que son los que llevan a Dios en el corazón», afirma el párroco. Don Fernando vive en una residencia en Almassora aunque dice que intenta pasar allí el menos tiempo posible. «Me gusta la calle, los amigos, si quieres convivencia, tienes que salir a la calle, si quieres tertulia, tienes que salir a la calle, si quieres almorzar con los amigos, sal a la calle. Y eso es lo que hago», dice el párroco.

Estuvo de profesor de Religión en el IES Ribalta del 61 al 72. Luego pasó por otros centro hasta jubilarse en el Grau de Castelló. Aún hoy oficia misas todos los días a las 9.30 horas en la iglesia del Cristo del Calvario de Almassora, aunque su paso por el seminario no fue nada convencional. Se podría decir que fue un cura demasiado moderno para la época. Fue expulsado del Seminario de Segorbe y cuando empezó a dar clases de Religión en el Ribalta, los otros curas del instituto, le llamaban al orden porque jugaba con sus alumnos en el recreo, no llevaba sotana e incluso se atrevía a contar algún chiste en clase.

Una vez al mes, mientras oficia la misa en Almassora, ve a dos de sus alumnos sentados en la primera fila. Ese día sabe que tiene tertulia, en la que recuerdan que tiempos pasados fueron mejores, al menos en la educación. «Recordamos con gozo y alegría que los valores de nuestro tiempo siguen teniendo validez hoy en día. Tendríamos mejor vida. Si persistieran aquellos valores estaríamos en el preludio del cielo. Tenerlo todo pero sin valores es un desastre», apunta. Los valores a los que hace referencia son la confianza, el respeto, la educación y la normalidad en la relación entre profesor y alumnos. «El profesor era el todo, había respeto y confianza entre nosotros», rememora el párroco quien lamenta los episodios de agresividad que se dan hoy en día, incluso, en las clases de catequesis. «A mí, un niño me ha llegado a decir que iba a llamar a su abogado», afirma. La cita se alargó hasta bien entrado el mediodía y quedaron para volver a repetir experiencia el año que viene, también con Fernando.