Castelló pierde de media casi cinco agricultores al día (4,55) a consecuencia del abandono de las explotaciones agrarias. La cifra, extraída del último informe de La Unió de Llauradors sobre la situación del campo en la Comunitat Valencia, y extrapolable a la provincia, enciende todas las alarmas y augura un futuro realmente incierto ante la escasa rentabilidad económica del sector.

«Estamos asistiendo a una desbandada de agricultores, que dejan sus puestos de trabajo para realizar otras actividades mejor pagadas. Hay menos gente que se dedica al campo, apenas existe relevo generacional y la población está muy envejecida», subraya Ramón Mampel, secretario general de La Unió.

En este contexto, de los 107.318 titulares actuales de explotaciones, solo 4.474 cuentan con menos de 40 años (el 4 %). Por el contrario, 53.635 tienen más de 65 años (el 50 %). El número todavía resulta más llamativo si se toma como referencia la edad de los 60 años -65.592 horticultores, es decir, el 61 % del total-. Otro dato inquietante tiene que ver con la evolución de la población agraria: el porcentaje de agricultores de más de 65 años se ha reducido en un 4,63 %, frente al notable descenso del 62,5 % de los menores de 40 años.

«Vamos camino de tener una agricultura sin agricultores. Nos lo estamos cargando todo. Hemos recibido un legado que igual no sirve de nada», advierte Mampel.

Los factores que influyen en la escasa rentabilidad de la agricultura son diversos y cada vez mayores. Desde la especulación de las grandes superficies, pasando por el aumento de los aranceles de los derivados del petróleo, hasta la naturaleza en forma de sequía y de granizo.

«La cadena está a punto de romperse. Ante tantas dificultades resulta complicado que alguien se quiera dedicar al campo», lamenta el secretario general de La Unió.

Ni siquiera los cultivos emergentes, como por ejemplo el caqui, de moda en 2016 con una variación positiva a propósito de la superficie del 5,88 %, suponen una garantía de éxito. O, al menos, de evitar pérdidas al cierre del ejercicio (inversión e ingresos). «Ya no te puedes fiar. El caqui, granado o el aguacate se han parado. El poder de la distribución condiciona el sector. La entrada de productos de todo el mundo, que casi son preferenciales sobre los nuestros, lo ha cambiado todo y para mal», sostiene.

El abandono de cultivos está teniendo una consecuencia: la adquisición de importantes extensiones de terreno a cargo de sectores industriales, como la cerámica, a precios inferiores a los de mercado. Así lo asegura Mampel, quien recalca que únicamente funcionan «aquellos agricultores con inversión detrás».