Nada menos que cuarenta y siete años he trabajado en la radio pública de este país, por lo que entenderá el lector que alguna credibilidad podrá dar a mis palabras sobre este tema. Comencé en 1959 en la emisora «La Voz de Burriana», que pertenecía a la cadena REM. Dos años más tarde, pasé cuando se inauguró, a la Emisora «La Voz de Castellón», que cuando cambio el régimen se integró en Radio Televisión Española con el nombre de Radio Cadena Española, para fusionarse un poco mas tarde, dentro del mismo grupo, con Radio Nacional de España.

Desde el primer día era frecuente oír que en estas emisoras y por supuesto en Televisión Española -máxime cuando no estaban las cadenas de televisión privadas- estábamos al servicio del poder. Estas opiniones salían generalmente de la boca de los políticos de otros partidos diferentes del que mandaba en cada momento y de muchos profesionales que no pertenecían a las plantillas de estos medios, lo que les hubiera agradado y mucho por distintas razones.

A lo largo de los años he tenido muchos directores de cadena y también muchos directores generales del Ente, y antes de nada diré que las mejores etapas han sido aquellas en que han ocupado esos cargos auténticos profesionales, es decire cuando eran más periodistas que políticos. Aunque la lista podría ser algo más larga, con personas que en diferentes departamentos formaron parte de sus equipos, diré que trabajé muy a gusto con Jordi García Candau, sin duda el mejor, que propició la espectacular reconversión de Radio Cadena Española cuando fue su director, y después cuando afrontó, ya como director general del Ente Público, la necesaria reconversión de Radio Televisión Española cuando se había convertido en un verdadero monstruo, como le ocurrió a Canal 9 años más tarde. Junto a Jordi García Candau debo citar también la etapa de un gran periodista de este país, Diego Carcedo, y a nivel regional se trabajó muy a gusto con Amadeu Fabregat y Jose Luis Agudo, aunque como he señalado anteriormente podría citar a otros buenos profesionales.

Fui treinta y dos años director de la emisora y debo confesar que sólo en una ocasión recibí una presión directa sobre mi Jefe de Informativos, que era entonces Juan Enrique Más, uno de los periodistas más comprometidos que ha tenido esta profesión en esta ciudad, y poco más tarde la misma persona reconoció su trabajo. Posiblemente fue mal informado, porque en estas empresas se da muchas veces el pelota de turno, que quiere congraciarse con el jefe pretendiendo convertirse en su mejor asesor y de los que deben huir tan pronto se ponen en evidencia sus miserias. Paradójicamente, la única vez que un gobernador nos prohibió hablar fue de «fútbol» a raíz del partido Castellón-Baracaldo, en el que el delegado del Frente de Juventudes, que era el propietario del campo, como el club no pagaba el alquiler cortó el agua cuando los jugadores iban a ducharse, armándose el consiguiente escándalo... y días más tarde había un referéndum político.

A todos cuantos últimamente venían criticando a los dirigentes y a los responsables de informativos espero verles ahora cuando comience a actuar el nuevo presidente y el nuevo consejo de administración, muy controlado por el PSOE y por ¡Podemos¡ Ahora verán lo que es la objetividad y la imparcialidad en los informativos. Como alguien podría decirme si yo juraría que no se ha manipulado en alguna ocasión, les diría que, según un amigo mío, presentando un telediario le cambiaron los textos de las informaciones porque la entonces jefa de informativos había instalado un sistema por el que desde su despacho entraba directamente en los textos que se disponían a leer los periodistas. Y no era en los tiempos de Mariano Rajoy. Y dicha señora pasaba por ser lo mejor de lo mejor en el mundo del periodismo.

Otra cosa son los profesionales pelotas que, con tal de agradar a los jefes a ver si los promocionan, hacen de felpudos y usan el botafumeiro, o aquellos «profesionales» que largan todo lo que pueden en tertulias u otros espacios informativos contra los que mandan a ver si hay un cambio y se sitúan en los medios públicos. Durante el tiempo que dirigí la emisora, cuando llegaba algún nuevo profesional o colaborador y me preguntaba qué estaba prohibido hacer, siempre les dije lo mismo: «Aquí está prohibido lo que prohíben las leyes, que yo tenga que pedir perdón a alguien al día siguiente porque deis una información que no sea verdad y luego no hacer más sangre de la que la propia noticia tiene. Es decir, si hablamos de un asesinato no hace falta decir cuántas cuchilladas recibió el muerto y en que parte de su cuerpo.

Podría extenderme más pero creo que de alguna manera ya he dejado en el teclado algunas notas sobre los medios públicos y la libertad. Lo importante en estos medios, que nunca se ha cumplido en su totalidad, es separar lo que es información de lo que es opinión. Así no se engaña nunca al oyente. Interesa la noticia y no lo que el periodista cree. He procurado seguir lo que decía Charles Baudelaire: «Los hechos son como son y los comentarios libres». Puedes decir que no te parece bien que dos y dos sean cuatro, pero lo que no puedes afirmar es que no sea cierto.

Creo que en los medios públicos nos esperan momentos muy interesantes.