No es que los resultados fueran preocupantes, pero sí era importante cerrar la pretemporada con buenas sensaciones y, a poder ser, con una victoria que diera confianza al equipo de cara al inicio liguero del próximo sábado contra la Real Sociedad. Y el Villarreal CF cumplió. El submarino logró una victoria in extremis en un partido que dominó de principio a fin contra el SV Werder Bremen y que apuntaba al empate hasta que apareció Manu Morlanes para establecer el definitivo 2-3 en el tiempo de descuento.

Ese tanto fue el premio al trabajo que se había realizado durante los 90 minutos anteriores y compensó aquellos encuentros de pretemporada que no se habían podido ganar por falta de puntería o por los errores cometidos en defensa. Errores que ayer también hicieron acto de presencia y en los que se deberá incidir antes de afrontar el debut liguero.

El once inicial por el que ayer apostó el técnico madrileño bien podría ser el de la primera jornada aunque con algunos matices. El Villarreal formó con Sergio Asenjo; Mario Gaspar, Álvaro Rodríguez, Víctor Ruiz y Jaume Costa; Samu Castillejo, Ramiro Guerra, Pablo Fornals y Miguel Layún; Gerard Moreno y Toko Ekambi. El único que a priori parece no estar llamado a ser titular contra la Real es el canterano Ramiro Guerra, pero el resto perfectamente podrían ser los elegidos para la jornada 1 de la campaña 2018-19.

Las piezas funcionaron bastante bien y el submarino poco a poco fue haciéndose con el control del juego. El portero palentino tuvo que intervenir en dos ocasiones en el arranque del partido, ocasiones que fueron contrarrestadas con un mano a mano de Toko Ekambi que acabó fuera.

Primer gol del Bremen

Al equipo se le veía cómodo, tocando y generando juego, presionando a su rival y buscando el peligro de forma constante. Pero un nuevo despiste defensivo volvió a salirle caro a los de Calleja. Y es que un fallo de Víctor Ruiz en el marcaje, dejó a Kruse ante Asenjo y le superó con un acertado disparo por arriba.

Lejos de bajar los brazos, el Villarreal continuó haciendo su juego, sin pensar en que se iba por detrás en el marcador, con aproximaciones peligrosas de Gerard Moreno y Samu Castillejo, pero ninguna subió al marcador en los primeros 45 minutos. Además, el extremo andaluz tuvo que retirarse antes del descanso por precaución al sufrir un fuerte pisotón.

El Villarreal había mostrado llegada y competitividad durante el primer tiempo, y solo le faltó un poco de acierto para haberse marchado al descanso con ventaja en el marcador. Por eso, poco o nada había que tocar de cara al segundo tiempo. Solo había que tener paciencia y tranquilidad para mantener la línea de juego y seguir teniendo el control del balón.

Con esa filosofía, a nadie sorprendió que el segundo tiempo arrancara con un centro de Miguel Layún que Gerard Moreno, de cabeza, mandaba alta. Y una combinación entre Cazorla y Fornals, que acabaría con un centro del castellonense a Toko Ekambi para que este marcara el empate.

El gol hacía justicia al juego, pero el submarino quería más. El equipo, pese a los cambios introducidos, se veía capacitado para voltear el resultado y peleó por ello hasta conseguirlo en el minuto 65 cuando Gerard Moreno robaba el balón y, con una gran generosidad, se lo dejaba en bandeja a Toko Ekambi para que este solo tuviera que introducirla suavemente en la portería del conjunto alemán.

El 1-2 ya dejaba otras sensaciones después de los numerosos empates cosechados este verano, pero al encuentro todavía le quedaba mucha emoción en la recta final. Primero porque el Werder Bremen creyó en la victoria cuando el japonés Osako empataba de nuevo de cabeza al ganarle la partida a Álvaro González. Y, segundo, porque el Villarreal tenía el día y creyó hasta el final en el triunfo pese a que el empate a dos tantos llegó en el minuto 88.

Conexión Nahuel-Morlanes

Así, Nahuel Leiva y Manu Morlanes solo necesitaron tres minutos más para fabricar la jugada que acabaría con el 2-3 definitivo. El primero controlaba el esférico casi dentro del área, amagaba el disparo y el balón le llegaba al futbolista maño, quien colocaba el balón dentro de la portería alemana con un potente lanzamiento que hacía justicia al esfuerzo y el trabajo realizado por el equipo en el Weser-Stadion.