Si usted observa la Playa del Gurugú a primera hora de la mañana, cuando el implacable calor todavía no castiga, creerá estar viendo una ilusión de Georges Méliès. Una suerte de surfista que surca el viento en lugar de las olas y cuya tabla jamás besa el mar. Pero como ocurría con los trucos del prestidigitador francés, todo tiene una explicación.

Se trata de un hydrofoil, una tabla con un mástil y una ala que, al 'volar' sobre el mar, reduce el rozamiento con el agua al máximo y permite alcanzar grandes velocidades sin depender tanto del viento. La verdadera revolución, empero, está en las hidroalas eléctricas. Impulsadas por un motor y dirigidas mediante bluetooth con un mando, posibilitan navegar en condiciones antaño impensables.

La versión eléctrica constituye una revolución para los deportes acuáticos. Así lo considera Tomás de Rosa, presidente del Club Deportivo Eolo de Castelló, ya que la capital de la Plana es, junto a Ibiza, una de las dos únicas ciudades españolas que disponen de hidroalas eléctricas.

El también llamado efoil «salió hace aproximadamente un mes y medio al mercado y hay muy pocos en el mundo. Lo pedimos hace un año y lo recibimos hace unas tres semanas», explica De Rosa. No solo permite experimentar «sensaciones tan mágicas como navegar con el mar en calma y sin viento, como si fuera una piscina», sino también mejorar el rendimiento de los deportistas.

De Rosa comenta que, al no depender del viento, los atletas de zonas con brisas suaves como Castelló pueden entrenar con regularidad en deportes como el kitesurf. Asimismo, el efoil ayuda a mejorar a nivel técnico.

«La estabilización es muy distinta a la de una tabla normal», de acuerdo con el presidente del club castellonense. Tal es el reto que implica dominar esta tabla que «incluso los deportistas con un buen nivel técnico en la Fórmula Kite tienen dificultades al principio». Precisamente, la hidroala eléctrica no recurre a la cometa del kitesurf para aprovechar el viento y, por ende, no es necesario coordinar ambos útiles. Sin embargo, el efoil es «mucho más sensible a los movimientos», por lo que exige un aprendizaje progresivo. Eso sí, tiene premio. De Rosa garantiza que quienes entrenan con la hidroala eléctrica «adquieren mucha más estabilidad incluso en las velocidades más altas».

A nivel deportivo, considera el dirigente del Club Deportivo Eolo, ha llegado para cambiar los deportes acuáticos para siempre. A largo plazo, De Rosa confía en que el efoil sirva para democratizar estas disciplinas en los países sin condiciones de viento favorables.

Hasta que consigan optimizar sus resultados merced a las hidroalas eléctricas, los tres responsables del Club Deportivo Eolo las utilizan eminentemente con propósito lúdico. «Es muy divertido, brinda sensaciones únicas», se congratula De Rosa.

Por eso no le extraña que en Ibiza se intente monetizar enseñando al público amateur para pasar un rato ameno. A corto plazo, el castellonense no tiene intención de convertir el efoil en un modelo de negocio como el de las motos acuáticas, populares en las playas locales, por su difícil manejo.

No todos pueden asumir su elevado precio, por lo que de Rosa considera que es complicado que el efoil se extienda como método de entrenamiento. Cuando el coste de esta tecnología se normalice, el presidente del Club Deportivo Eolo de Castelló augura grandes éxitos y longevidad para las hidroalas eléctricas. Allende de lo deportivo, estas brindan recuerdos inolvidables. De Rosa jamás olvidará la primera vez en la que se independizó del viento y surcó un mar dócil, sin olas. Una experiencia con la que antaño solo podía soñar.