Los ojos rojos, el dolor en el oído, los hongos en los pies, etcétera. La piscina es uno de los mejores refugios contra el calor y también un buen sitio para divertirse. Sin embargo, al salir de ella son frecuentes todo tipo de infecciones que resultan molestas y que afectan, sobre todo, a las niñas y los niños

El doctor Salvador Martínez Arenas es el responsable de la Unidad de Pediatría del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime de Castelló. Por su especialidad, Martínez conoce muy bien las precauciones que se deben tomar cuando se va a las piscina a refrescarse.

«El riesgo de contraer virus, parásitos y hongos se incrementa por el calor, la humedad y en ocasiones el exceso de cloro. Por eso es muy importante seguir una serie de precauciones a la hora de zambullirse», comenta el doctor.

Martínez asegura que «evitaríamos un 40 % de las infecciones por cloramina como la irritación de ojos, los ataques de tos y el asma si nos duchásemos antes de meternos en la piscina». La cloramina es un compuesto químico que se forma en el agua por el contacto del cloro con otras sustancias orgánicas presentes en el líquido como pueden ser el sudor, la orina, los insectos u hojas de los árboles. Así, es la cloramina la que produce estas infecciones tan molestas y no el cloro, como la mayoría puede pensar.

Por esto, para evitar que se genere la cloramina, el doctor Martínez recomienda la higiene antes de la ducha. De esta forma «se contribuye a eliminar el traslado de gérmenes a la zona de baño». Además, «si nos metemos en el agua con otros elementos químicos en nuestro cuerpo como cremas, champús y lociones hay que insistir en la ducha previa». En definitiva, la recomendación del doctor es entrar a la piscina muy limpios para impedir que el cloro se mezcle con agentes externos y genere la cloramina, que es la causante de los problemas con las infecciones.

Otras recomendaciones

Además de la ducha previa, el doctor Martínez recomienda tener más precauciones antes de darse un chapuzón.

La conjuntivitis de piscina es uno de los problemas más repetidos. Se da cuando sentimos los ojos enrojecidos, con escozor y lagrimeo. Se genera con el cloro y Martínez recomienda las gafas de buceo.

También son frecuentes, sobre todo en los más pequeños, las otitis de verano, que son un dolor intenso en el oído externo que padecen algunos niños al salir de la piscina. «Estas otitis no suelen generar fiebre, tos o mocos. En estos casos hay que acudir al médico para que aplique el tratamiento adecuado».

«En las piscinas pueden estar diversos virus, hongos o bacterias que pueden afectar al estómago si se traga agua de la piscina», avisa Martínez. Si se sufre algún problema gastrointestinal lo ideal es no meterse al agua y esperar unos días para hacerlo con seguridad.

El doctor también recomienda usar chanclas cuando se transita por duchas o vestuarios para evitar el 'pie de atleta', que puede provocar escamas y ampollas.