Cuando las calles de Segorbe comienzan a despertar durante su semana taurina, la Tría, una de las tradiciones más ancestrales de la población, comienza su actividad.

Esta antesala de la conocida Entrada de Toros y Caballos consigue de lunes a domingo revivir parte esencial de la fiesta taurina en la que se realiza una simulación de cómo antiguamente, en siglos pasados, los ganaderos movían a las reses para llegar hasta los pueblos en fiestas y subían el ganado hasta las plazas. La manera más rápida, siguiendo el cauce del río Palancia, lo que permitía agilizar el traslado del ganado para ir de un pueblo a otro y participar en los festejos taurinos, a falta de los medios de trasporte actuales.

Y es esa antigua tradición la que todavía hoy día se vive cada mañana en Segorbe, gracias a la recreación con unos 25 animales y hasta unos 12 pastores, la que Germán Vidal acerca cada día por la serpenteante muralla de Sopeña, la subida del Rialé y el cauce del río Palancia a segorbinos y visitantes. Toda una puesta en escena que muestra el lado menos conocido y más auténtico de la internacional Entrada de Toros y Caballos. Tanto es así que, en los últimos años, la Tría y la subida del ganado del río hasta los corrales del Argén reúne también a cientos y cientos de aficionados taurinos en lo que ya se denomina la Entrada Chica.

Para ello, desde las nueve de la mañana los pastores comienzan su faena. Desde el viernes pasado, Germán y su equipo tienen el ganado en el conocido como corral de Mena para que los animales se vayan habituando al lugar donde pasarán una semana. En total, comenta Vidal, «25 animales que vamos cambiando a mitad semana porque siempre te toca cambiar alguno. Lo ideal sería que incluso fueran los mismos todos los años, pero siempre ves que alguno a mitad semana ya se cansa».

Ya sobre las once, las inmediaciones del cauce del río Palancia se van llenando de curiosos y amantes del toro que quieren presenciar este ritual en el que el ganadero realiza la tría de las vacas que subirán, allá sobre las 13,15 horas por el Rialé con los pastores, hasta el toril del Argén. Estas reses, son devueltas de nuevo al río para, al día siguiente, realizar la misma costumbre.

Un ritual que en los últimos años se ha complicado considerablemente, debido a la gran afluencia de público que asiste a presenciarlo. «Esta parte de la fiesta es lo complicado, cada vez hay más personas viéndola y controlar el ganado supone mucho esfuerzo para los pastores». Al final, comenta el de Cabanes, «es cierto que se ha perdido la antigua costumbre cuando el ganado subía tranquilo andando y la gente se callaba a su paso. Ahora, los aficionados parece que quieran que corra el ganado y se produce ahí como otra entrada, pero sin caballos». Poco antes de la Entrada, el Rialé congrega a multitud de aficionados en lo que conforma la Entrada Chica. Momento lleno de emoción y peligro en el que los pastores, acompañados de mansos suben del río el corro de vacas. El episodio se convierte en toda una previa a la fiesta donde, en ocasiones, se viven momentos de tensión generados por algunas vacas que, distraídas por el jolgorio y las voces de la gente, arrancan a correr convirtiéndose en un encierro previo a la Entrada de Toros y Caballos.