Como rezaba el dicho: «San Joaquín y Santa Ana pintan la uva y el 15 de agosto ya está madura». Más allá de la confirmación meramente botánica, el refrán nos estaba insinuando que aquel matrimonio beatífico estaba punto de alumbrar a la niña y futura madre de Dios. Pasado el 26 de julio y el ferragosto y San Roque, la Iglesia se disponía a celebrar la natividad de la virgen María, justo el día 8 de septiembre. Más o menos como la ciudad de Castelló, que también celebra el aniversario de su nacimiento, o el traslado del castillo de la Magdalena al llano ese mismo día.

Hay quien ha querido ver en esta coincidencia de fechas, la gran devoción mariana del rey Jaime I de Aragón, como si el monarca-fundador hubiera querido estampar su firma en una jornada tan señalada por la Providencia y en no otra cualquiera. Fuera casual o no, el «Privilegi de Trasllat», en el caso particular del término municipal de Castelló, y la «conquesta» cristiana, en el caso del Reino valenciano, desencadenó en esta zona el fenómeno de las «vírgenes encontradas» durante la Baja Edad Media. Y también es el 8 de septiembre el día que la Iglesia Católica ha consagrado la efeméride de estos prodigiosos «descubrimientos». Ahí había que incluir a la Marededéu del Lledó, hallada por Perot de Granyana en 1366 , que celebró su fiesta junto al resto de Balmas, Vallivanas, Gracias, Meriltxells, Nurias, etcétera, etcétera, etcétera.

El 767 del «8,8,8»

Este triple «8» -como sucede con las apuestas electrónicas- en este arranque de curso también tuvo premio: un extenso y ecléctico programa de actividades de marcado sesgo institucional (la medalla de oro para la UJI) o de carácter populares.

Santa María, antaño protagonista absoluta de la jornada, en esta ocasión se manifestó en carne mortal -o de madera- a través de la réplica homónima de la carabela del almirante Cristóbal Colón, que atracó en el puerto. La asunción a los cielos -también de evocación mariana- había de realizarse en globo aerostático en el aeródromo del Grau pero el mal tiempo no lo permitió. La climatología siempre cambiante en el mes de septiembre deslució por momentos la feria medievalizante instalada en el parque Ribalta y las justas a caballo que se realizaron en el coso de la plaza de toros. También hubo presencia de templarios, zancudos y Cavallers. Y la copla española volvió a sonar en la plaza Mayor, un broche para un evento que sirvió para homenajear al rey En Jaume con otro rey, Alfredo Rey.