La política actual es tan cambiante como lo es la sociedad en su conjunto, aunque muchos políticos (casi todos profesionales sin más oficio ni beneficio que su labor partidista) creen que todo sigue igual; como aquella canción de un conocido cantautor español que se llamaba "La vida sigue igual".

La vieja política sigue todavía sin entender que existe una gran diferencia entre el voto y ser devoto. Entre la libertad y el acto de fe ciego. El voto es un hecho que parte de la condición fundamental de la libertad, mientras que el hecho de ser devoto implica necesariamente el tener una fe rotunda en un hecho sin atender a razones.

Votan a sus partidos políticos con total independencia de cómo sus representantes hayan gobernado, bien o mal, les da lo mismo. Y con esa ventaja juegan, con su gran base electoral cultivada durante décadas de corrupción y mala praxis política, que aunque merma cada día más, sigue dándoles una "cierta ventaja" ayudada también por una Ley Electoral bastante injusta.

Pero no crean que los devotos únicamente son del PP o del PSOE también lo son de Podemos, aquí conocidos como Castelló en Moviment. Sólo hace falta ver cómo se rasgan las vestiduras por conocerse el domicilio de su portavoz en Castelló, practica no correcta por parte del partido que ha hecho público el domicilio de su familia.

Ya no se acuerdan los podemitas de cómo y cuánto defendían los escraches y la persecución pública a otros. Ni tampoco los populares cuando los sufrían algunos corruptos de sus filas y tanto dramatizaron. Pero es que ni se acuerdan ellos y parece ser que sus devotos tampoco.

Desde Ciudadanos renunciamos a esa política, no queremos ningún devoto. Quienes confían en nosotros lo hacen desde la libertad y no desde el fanatismo. Quienes confían en nosotros lo hacen porque creen que hay que cambiar la política sin destruir nuestra democracia ni nuestras instituciones. Quienes confían en nosotros lo hacen de forma convencida, creyendo en un proyecto en positivo que ha llegado para quedarse y para resolver los problemas de los españoles.

Queremos votos, no devotos; este Castelló mío, este Castelló nuestro, ay, ay