Hace algunos años, la ONCE ideó una exitosa campaña publicitaria bajo el slogan: «Cada día... un numerito» para promover la venta diaria de su cupón. Tras el cambio de Gobierno, aunque la forma de producirse la moción de censura no parecía presagiar lo mejor, pensábamos en la posibilidad de que llegara un tiempo, aunque fuera de relativa duración, de cierta paz y tranquilidad en el fondo y en las formas de la vida política española. Sin embargo, nuestro gozo en un pozo. Apenas han transcurrido cien días de Gobierno cada jornada nos encontramos con algo inesperado y desde luego sorprendente.

Inicialmente el primer golpe lo supuso la dimisión de un ministro, el de Cultura, sin tiempo apenas de calentar su silla. Luego, prácticamente sin solución de continuidad, se produjo el cese de una directora general que según su ministra «le metió un gol por la escuadra» en el Ministerio de Trabajo; y la semana pasada se produce el cese de la ministra de Sanidad, la señora Montón, la que tantos dolores de cabeza produjo cuando era consellera de Sanidad aquí en la Comunitat entre dirigentes y trabajadores del Hospital Provincial. Y en medio de todo esto se designa a Rosa María Mateo como la jefa en RTVE, quien ha convertido la tercera planta de la casa en otro «valle der los caídos», por los interminables y fulminantes ceses que ha producido entre redactores, locutores, técnicos, etc, y eso que su nombramiento es provisional, ante la reconversión del Ente Público, que si llega a ser un nombramiento definitivo acaba con todo y con todos.

Y por si faltaba algo importante se organiza el cisco en el Ministerio de Defensa, no queriendo cumplir un acuerdo firmado nada menos que con una potencia económica como es Arabia Saudí, para la venta de armas, que no hace mucho había firmado un convenio para la construcción de cinco buques que iban a dar mucho trabajo a diversos astilleros españoles, donde el paro es muy importante, que de inmediato pusieron el grito en el cielo, obligando a la rectificación de la ministra, que a la hora en que escribo este artículo todavía no ha dimitido, aunque no descarten que ante tamaña rectificación no se lo piense.

Y en este tiempo, para «animar» a cierto sector de la población, hemos tenido días y días sobre la exhumación de los restos de Franco, y ahora para plantear una nueva desamortización de los bienes de la Iglesia con la mirada puesta en la que los liberales llevaron a cabo hace unos doscientos años conocida como «desamortización de Mendizábal» de 19 de febrero de 1836,cuando este personaje era ministro de Hacienda y presidente del Gobierno, durante la Regencia de María Cristina de Borbón,viuda de Fernando VII y madre de Isabel II, que no contribuyó a crear lo que se pretendía, una gran clase media, ya que los lotes que se promovieron al final fueron adquiridos por los terratenientes de la época, por lo que no se modificaron las estructuras de la propiedad de la tierra.

Ahora una comisión de «expertos y expertas» -no me vayan a acusar de un lenguaje machista-, entre los que se encuentra la vicepresidenta del Gobierno, ha llegado a la conclusión de que la mezquita y catedral de Córdoba, no es de la Iglesia.

El periodista Paco Robles escribía días atrás que «el caso es meterle el dedo en el ojo y la mano en el cepillo, a la Iglesia, misión del izquierdista cuando se pone estupendo». Y lo entrecomillo porque tal y como están las cosas no son palabras mías, quede claro. Y el catedrático de Filosofía de la Universidad rey Juan Carlos de Madrid -vaya, vaya- escribía también días atrás un importante texto titulado: «El retorno del odio» en el que pedía la restauración de la concordia, frente a los promotores del odio. Decía entre otras cosas que el triple odio - social, sexual y nacional- se nutre de otro más profundo y por ello menos visible. Se alimenta de un odio, no declarado, a la civilización europea, basada en el cristianismo, la filosofía griega y el derecho romano». Acababa escribiendo que los defensores de la concordia deben ser más fuertes que los promotores del odio, porque va en ello la civilización, la libertad y el bienestar.

El Gobierno esta preparando la lista de inmatriculaciones de los bienes de la Iglesia, mientras la Conferencia Episcopal ha respondido no a una desamortización encubierta y el Colegio de Registradores ha dejado claro que sólo con sentencias judiciales se pueden producir las anulaciones, pero con todo esto podemos estar unas semanas más entretenidos.

Y termino contestando a un amigo que me ha preguntado por À punt la antigua Canal 9. Sólo te diré que acabo de leer en un periódico digital que paga más de 56 veces de lo que ingresa (5.484 y 311.183 euros de nóminas) con 27 trabajadores en 2017 y más de 400 en el siguiente. Podría añadir la subvención de la Generalitat, pero no viene al caso. Finalizo diciendo que en este momento esta cadena es la de más baja audiencia de entre las autonómicas. ¿La ve alguien de ustedes o alguno de sus amigos?