Mestalla se quedó frío al ver el cabezazo cruzado de Iago Aspas al centro desde la izquierda de Juncà. Ni en su mejor versión logra vencer el Valencia, que suma cinco empates y una derrota en este arranque desafortunado de Liga. Mereció mucho más el cuadro de Marcelino tras un excelente partido de Guedes, ya muy parecido al del pasado curso. Pero no cerró el encuentro y lo pagó caro. Le falta eficacia en el remate.

El ritmo altísimo del Valencia en el primer cuarto cosechó un penalti de Juncà a Wass que ni el árbitro ni el VAR acertaron a apreciar. Favoreció que el Celta abriera sus líneas para que el VCF aprovechara la velocidad punta, por fin, de Guedes. Al equipo de Marcelino le conviene no llevar la iniciativa. La precisión técnica valencianista, sin embargo, se conjuró en el primer gol: el envío largo de Gayà, el control orientado de Rodrigo (una maravilla), su pase a Guedes y el de este al espacio a Batshuayi, que marcó también con la izquierda.

El VCF fue muy fuerte por el eje. Juntó mucho las líneas. La pareja de centrales, Garay y Murillo, era cosa seria. Y la energía desbordante de Coquelin dio el toque de corneta a la presión sobre el conjunto celeste. Todos locos por recuperar y correr. Del resto se encargarían Rodrigo y Guedes. El primero, ayer capitán por la ausencia de Parejo, para girarse y pensar. El segundo, para quebrar la defensa contraria y servir.

El Celta siguió con mucha posesión tras el descanso. Su principal amenaza iba a ser la entrada por el extremo izquierdo de Sisto.

El cambio equivocado

Batshuayi jugó muy bien de espaldas a la portería contraria, casi siempre de primeras, facilitando el remate de Wass, por ejemplo, con el exterior. El partido se había abierto y Rubén Uría optó por dar paso a Kondogbia. Batshuayi y Coquelin empezaron a dar muestras de cansancio. Batshuayi decidió muy mal en un ataque con superioridad numérica. Guedes, en cambio, siguió acelerando y cambiando de ritmo, frenando y arrancando, hasta ser sustituido por Cheryshev. El cambio era el exhausto Wass, que no ayudó a Piccini a tapar el centro de Juncà cabeceado impecable por Iago Aspas. Pero el VCF volvió a ser reconocible. La fortuna le debe una.