Carpintero de profesión, Rafael Prades, natural de Villahermosa del Río, vivía con su familia en la plaza Notario Mas de Castelló con su hija, Carmen; su mujer, Manuela; su suegra y una hermana da ella. Trabajó en el Hospital Provincial y para poder seguir con el trabajo se tuvo que sacar el carné de la CNT y después se hizo miliciano.

En la parte final de la guerra, con las tropas franquistas acercándose, la familia decidió huir hacia Valencia, donde al final fue apresado y trasladado a la plaza de toros de Valencia, convertida en una enorme cárcel al aire libre con centenares de personas. Carmen Prades, hija de Rafael, murió en 2011, pero su testimonio queda recogido al detalle por el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica, y aparece, como otros tantos, en libros de gran intensidad emocional como el de «Històries de vida al Castelló de la guerra i la postguerra», de Maribel Peris.

En él Carmen Prades rememora cómo pudo salir su padre de la plaza de toros de Valencia al tener un certificado de buena conducta. Una vez en Castelló, Manuela le pidió a su marido que se fuese a Francia, pero él optó por quedarse al no poder irse todos. No pasaría más de un día hasta que lo detuvieron, delatado por los vecinos de un barrio «lleno de fascistas», tal y como destaca la nieta de Rafael, Carmen Arnal.

En la prisión de Castelló, en la que apenas estuvo 4 meses, Rafael Prades, como otros tantos, escribió poemas que guarda como un tesoro su nieta Carmen. Finalmente, a finales de agosto fue fusilado y enterrado en la fosa del cementerio civil.