El Auditori i Palau de Congressos de Castelló programó el pasado sábado un concierto en homenaje a Matilde Salvador que no era sino la importación de intérpretes y7 programa que con el mismo propósito se ofreció en el Palau de la Música de Valencia dos días antes con el Coro del Palau de les Arts y la Orquesta de Valencia contando con la dirección del maestro Manuel Galduf, el que fuera director de la agrupación y que fue uno de los más reconocidos exégetas de la obra «Les hores» de Matilde salvador, que figuró en programa para honrar a la compositora castellonense.

Abrió el programa una obra de Luis Sánchez un casi ignoto compositor valenciano de los años 30 del pasado siglo que ofrecía un panorama muy sugestivo de una arquitectura emblemática dentro del panorama de la zarzuela como es la Alhambra. La obra titulada «Ecos de la Alhambra» era una evocación romántica y llena de acento sentimental con melodías muy sugestivas a las que el maestro sacó una refinada y ambiental versión. A destacar los solos de clarinete, concertino y cello que en verdad eran verdaderas romanzas instrumentales con el sabor andaluz que tanto caracterizó la música del romanticismo español.

Siguió la cantata «Les hores» con letra de Salvador Espriu en la que intervino como Solista el barítono José Antonio López, una voz tan amplia como su envergadura que dio cuenta de un papel dramático y lleno de carácter con intención y temperamento.

El coro que dirige con mano maestra Francisco Perales, dio cuenta de armonizaciones complejas tan propias de las obras de Matilde Salvador, con pinceladas atonales de talante modal, acentuando un sentimiento de interiorizada tragedia íntima y hondamente sentida. La compositora se fijaba mucho en el texto y su música trataba de acomodarse al sentir de la letra. El coro ofreció una versión muy sentida con todo lujo de matices e intención.

La batuta de Galduf, ya muy veterana en esta composición relató con gran propiedad el panorama doliente y aciago de la partitura con inspirada precisión

En la segunda parte se programó una pieza muy popular que define a una orquesta y a un director «Scheherazade» de Rimsky Korsakov, una narración descriptiva de los cuentos de «Las mil y una noches» en la que la violinista concertino Anabel García del Castillo (a destacar la presencia entre el público de su padre, el reconocido director Enrique García Asensio) asumió el papel de la princesa protagonistas con bello sonido y sensibilidad interpretativa.

La batuta ofreció una lectura especialmente poética. Gustó de los tiempos muy sentidos, más que de las exaltaciones fogosas, haciendo que luciera en gran manera la melódica intención del autor. A destacar los solos instrumentales que son tan abundantes en la obra y que demostraron el alto nivel de la orquesta Valencia. Hubo aplausos fervorosos reclamando una propina que, lamentablemente, no se produjo.