El encuentro del próximo 20 de octubre contra el Atlético de Madrid en el Estadio de la Cerámica parece ser el examen que Javi Calleja deberá aprobar para mantenerse al frente del Villarreal CF. Aunque la directiva amarilla le ha transmitido últimamente su confianza, lo cierto es que el rendimiento del plantel no es el esperado y en estas situaciones ya se sabe que el entrenador es el primero en salir. De momento, Calleja tiene toda la semana que viene para preparar el decisivo partido de la próxima jornada tras el parón, tiempo del que no disfrutaron otros entrenadores que pasaron por el banquillo amarillo cuando se vieron en una situación delicada como la de ahora.

Ni Ernesto Valverde, ni Juan Carlos Garrido lograron finalizar sus respectivos proyectos en el cuadro de la Plana Baixa. Valverde fue destituido el 31 de enero de 2010 después de que el Villarreal perdiera contra Osasuna en tierras vila-realenses (0-2) ofreciendo una pésima imagen. Fue justo tras el inicio de la segunda vuelta del campeonato doméstico, después de que el equipo llegara a ser colista (una victoria, tres empates y cuatro derrotas en los ocho primeros partidos) y de haber sido eliminado en la Copa pese a disponer de una plantilla de gran nivel. Se marchó con el grupo a mitad tabla.

Juan Carlos Garrido cogió las riendas del equipo y logró acabar la temporada en puestos de Liga Europa. Pero, al año siguiente, los resultados no acompañaron y en diciembre de 2011, después de ser eliminados en Copa, el Villarreal prescindía de los servicios del entrenador valenciano. Con 15 puntos conseguidos, tres victorias y seis empates en 16 partidos de Liga, empatado con el Sporting, que ocupaba la antepenúltima posición, y eliminado de la Champions con ningún punto en seis encuentros, la eliminación copera a manos del Mirandés fue su sentencia en diciembre.

El único entrenador que logró revertir una situación complicada y mantuvo su puesto fue Manuel Pellegrini. Y el chileno lo hizo hasta en dos ocasiones. La primera de ellas en la temporada 2004-05, cuando el equipo solo fue capaz de sumar dos victorias, cuatro empates y dos derrotas en las ocho primeras jornadas. Pero el submarino fue de menos a más y acabó finalizando la fase regular en la tercera posición.

Ya en la campaña 2006-07, los números en las primeras jornadas eran de tres victorias, tres empates y dos derrotas, y el equipo estaba muy lejos de lo que se esperaba. Pero Pellegrini tenía la confianza de la directiva y, tras sortear otros momentos de dificultad durante la misma campaña, cerró un final de temporada muy bueno y acabó quinto.