La diversidad de la sociedad y, por ende, su carácter multicultural ha crecido en paralelo a la globalización y al auge la migración. Preservar la impronta cultural de cada miembro de la colectividad, especialmente en la etapa educativa, es fundamental para el desarrollo de una sociedad libre y respetuosa. En Castelló, trabaja un colectivo en pro de esos principios y, sobre todo, en la defensa de los derechos de los más pequeños. Es el Centro de Investigación, Defensa y Promoción de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, «Ilêwasi».

«Ilêwasi es una organización No gubernamental de Desarrollo (ONGD) que surgió en septiembre de 2009 impulsada por un grupo de cinco mujeres expertas en cooperación internacional», explica Mari Paz Martín, Máster en Cooperación Internacional y directora de proyectos de la entidad.

El nombre del colectivo surge de la fusión de la palabra ILÊ que significa 'casa' en el la lengua yourubá (África Occidental) y Wasi, su homónimo en quechua (occidente de América del Sur).

«La filosofía de la entidad es la protección de los derechos de la infancia y la adolescencia desde la interculturalidad y la ética de los derechos humanos, porque creemos que es un paraguas que une a todas las culturas», dice Mari Paz. «La igualdad es fundamental y eso es lo que queremos trasmitir a los niños, que nadie es superior a nadie. La educación es la herramienta más potente para hacer realidad estos principios», remarca.

La ONGD surgió como un proyecto modesto, pero ha ido creciendo a base de programas educativos para colegios e institutos de Castelló, sin olvidar su idea principal de trabajar en cooperación internacional. En el éste último apartado, los principales programas los desarrolla en colegios de Colombia. «Aunque este año hemos iniciado un programa de prevención de riesgos y desastres en colegios de Paquistán», dice Mari Paz.

En el ámbito de Castelló, el primer proyecto educativo, bajo el prisma de la interculturalidad e integración, fue «Ens Completem», cuyo objetivo es realizar acciones en centros escolares y en la Universidad Jaume I destinadas a mostrar al alumnado una imagen positiva y culturalmente responsable.

Más adelante, la entidad puso en marcha el proyecto «Somriure». La oferta de actividades se ha completado con el programa «Pececitos (desarrollado en los colegios del Grau para facilitar el desarrollo integral y el proceso de inclusión social de los niños), «Escuelita Emocional», #SomGrau, el programa Marca (mediación escolar, penal y familiar) y Cursos de Veranos.

Y por lo que se refiere a Europa,la directora de proyectos destaca que esta ONGD se sumó en 2010 al programa Erasmus Plus, dentro de la rama del voluntariado europeo. Ello permite a muchos estudiantes de la Jaume I realizar su voluntariado en otros países y participar en lo intercambios juveniles.

Mari Paz Martín señala que en total a lo largo del curso participan más de 500 alumnos en sus actividades, la mayoría incluidas en el currículo de los centros, en el apartado de tutoría o clases de Ética. «En los programas socio-educativos trabajamos con niños que nos derivan los servicios sociales del Grau, un grupo de 20 escolares, que necesitan una protección especial por su condición de vulnerables», razona.

La ONGD cuenta con18 socios y una nómina de trabajadores que incluye profesionales (una psicóloga, una experta en derecho y la directora de proyectos), voluntarios (una veintena) y estudiantes en prácticas (ahora, tres, entre ellas Elena Torres, estudiante de Derecho). «También se han sumado personas de aprendizaje en servicio», dice Martín.

El colectivo se financia, según explica la directora de proyectos, de aportaciones privadas, cuotas de los socios, donaciones, eventos (cumpleaños) y ayudas públicas.

Martín cree que los últimos años se han producido avances en la formación profesorado para afrontar las nueva realidad pluricultural de las aulas. «Nosotros no ofrecemos como apoyo, pero cuando más trabajamos es con los alumnos de Magisterio. Éstos son los que tiene que enfrentarse a esta nueva realidad pluricultural, y su reto es ser locales y, a la vez, globales, es decir, introducir en sus clases los elementos de las diversas culturas que conviven en las aulas», concluye.