Vamos hacia un mundo lleno de basura, quizás esté ya muy cerca, y son muchos los colectivos que están dando los pasos para mover conciencias y espabilar a consumidores, empresas y administraciones. Uno de ellos es la Fundació Catalana per a la Prevenció de Residus i el Consum Responsable -Rezero- que lleva ya 13 años avisando del peligro. Su directora, Rosa García, ha estado en Castelló, invitada por Reciplasa, para insistir en que se debe trabajar en conseguir el residuo cero. ¿Una utopía? Para la bióloga y doctora en Sostenibilidad, no. «En 2008 iniciamos una campaña para lograr una Cataluña libre de plásticos y nos llamaron locas; ahora ya se está trabajando activamente en ello». Hay ejemplos claros. En Irlanda se puso un gravamen de 20 céntimos por bolsa que se llevaba una persona de una tienda. En apenas unos meses su consumo se redujo un 90 %».

La clave para lograr el residuo cero es, según Rosa Garcia, cambiar el modelo de producción y actuar en la prevención. Y aquí es fundamental la responsabilidad compartida entre la industria, el comercio, los ciudadanos y las administraciones públicas. «No podemos culpabilizar solo a las familias; para que nuestra bolsa de residuos en casa sea más pequeña debemos trabajar todos de la mando», señala. Los estudios son, sin duda, alarmantes. Los expertos advierten de que en el año 2050, si no se hace nada, necesitaremos tres planetas como el nuestro para poder recoger las basuras, además de que habrá más plásticos que peces en el mar. En la Comunitat Valenciana, según la bióloga, se generan dos millones de toneladas de residuos al año, que se eleva a 20 millones si hablamos del conjunto del Estado español.

La realidad es que, pese a estas alarmantes perspectivas, no se recicla como toca y los productos que consumimos no están diseñados para ser reparados o reutilizados, la mayoría además bajo la conocida coletilla de la 'obsolescencia programada'. «Todo esto comporta malgasto en recursos, emisiones de gases con efecto invernadero, impacto ambiental y afección a la salud de las personas. Necesitamos deconstruir lo construido para repensar lo que esta por venir», añade Rosa García.

Esto se traduce en un necesario cambio de modelo. En la actualidad, «cerca de 60 por ciento de las basuras tienen un destino finalista, reutilizándose solo el 5 por ciento, reciclándose el 20 % y compostando menos del 20 %.

Tres son según la directora de Rezero, las claves por las que hay que apostar. Por un lado, dejar claro que todo lo que se ponga en el mercado debe ser reparable, reciclable, reutilizable o compostable. Un ejemplo de los productos dañinos son, por ejemplo, las cápsulas de café o las botellitas como el Actimel, «que son tan pequeñas que no se pueden recuperar». El segundo paso es buscar la «excelencia» con la recogida selectiva. Como subraya Rosa García, «todo lo reciclable y compostable no debería acabar nunca abandonado en el medio ambiente. Es más, es un absoluto delito que la materia orgánica no se recoja para ser compostable o reutilizable.

La última de las premisas es evitar la generación de residuos y reducir la intensidad de usos de los materiales. Esto pasa, por ejemplo, por disponer de más tiendas, más comercios, que vendan a granel, sin envases. Aquí aparece como necesario que se desarrollen nuevas normativas, que «son las que deberían solucionar lo que compramos, porque compramos productos con envases, muchos, y eso debería cambiar».

Pero mientras esto llega (Europa parece ir poniéndose ya las pilas), el ciudadano puede ir dando los primeros pasos, como ir al supermercado de turno con la propia fiambrera para llevarse ahí la carne o el pescado que nos compramos. «No es tan complicado», insiste Rosa García, quien también destaca la lenta pero activa implantación de comercios que venden a granel. Además, «cada vez hay más bares y restaurantes que sirven agua filtrada a los comensales»

El grave error del envase y botella no retornables

Hace décadas era costumbre habitual devolver la botella o el envase al comercio donde se compraba, que te devolvía unos céntimos por ellos. Las nuevas generaciones no lo conocen y a ellas les recuerda Rosa Garcia que «una de las peores decisiones que se ha hecho nunca fue el de crear la botella no retornable».

Para la bióloga de Rezero, «hay que volver a retornar, botellas y envases, porque además del aspecto ambiental, supone incluso que el comercio en cuestión fideliza clientela y consolida la plantilla. Hicimos una prueba piloto en Cadaqués, y el resultado fue fantástico». En la Comunitat Valenciana se pierden al día 5 millones de envases de bebida. Por ello, cree importante apostar por los sistemas de depósito, devolución y retorno (SDDR). Y es que el plástico está tan presente que se ha llegado a introducir en la propia cadena trófica. Así lo revelan diversos estudios tras detectar microplásticos en la orina y en las heces de las personas analizadas.

Costes económicos al ciudadano

Con todo estos argumentos de fondo, queda claro que algo hay que hacer y que el consumidor debe corresponsabilizarse en la búsqueda del residuo cero. Sobre este aspecto, «está claro que si le ponemos costes económicos, eso ayuda», señala Rosa Garcia, quien considera que las tasas de residuos son necesarias. La ciudad austriaca de Graz, por ejemplo, cobraba 170 euros a los ciudadanos responsables y la tasa subía a más de 500 para los que no reciclaban.

Poseer o alquilar

¿Se imagina alguien no comprarse pantalones y alquilarlos? La directora de Rezero lanza al aire la pregunta de si es necesario tener posesión de las cosas o no. Hay países, aunque parezca increíble, que te alquilan incluso los vaqueros, las alfombras para la casa... «¿Por qué tenemos lavadoras en nuestra vivienda?», se pregunta Rosa Garcia, quien aplaude la cultura en otros países de las tiendas de lavado colectivas. Incluso, como se hacía antaño, los pañales reciclables. «Son modelos que se nos antojan insólitos, pero que son perfectamente aplicables. La nueva revolución económica debe venir por aquí», recalca con contundencia.