El Castellón sigue girando sobre sí mismo, jornada a jornada, en un esfuerzo envolvente que lo deja exhausto, en el mismo lugar donde estaba. Ayer empató en el campo del Olot un partido condicionado por el encharcado terreno de juego, un 1-1 que le condena de vuelta a la última plaza. Colista en una piscina, el equipo del discutido David Gutiérrez abrió pronto el marcador, con un gol de Kilian en el manual del fútbol primitivo, pero fue luego incapaz de mantener la ventaja.

Si hubiera un verdadero respeto al hincha y al juego, partidos como el de ayer difícilmente se deberían haber jugado. La incesante lluvia machacó el terreno. Primero tenía pinta de enigma. Había lugares en los que el balón al botar se deslizaba veloz como un conejo enjabonado. En otros, la pelota se frenaba en la charca. Poco a poco el campo se hizo previsible, porque no dejó de llover y ya todo era barro y agua. Hubo momentos de todo menos fútbol. Tres saques consecutivos del portero que llegaron directamente al portero contrario. Conducciones capadas por el agua. Carreras de obstáculos dignas de Humor amarillo, en el improbable caso de que lo de ayer tuviera alguna gracia.

Con este paisaje, Olot y Castellón jugaron a lo único que se podía jugar. Balones a la espalda, balones aéreos y segunda jugada. El Castellón golpeó primero con la jugada de todos los tiempos. Verdú templó una pelota alta, Máyor la ganó en el salto y Kilian calcó los cánones perfectos para cazarla en su llegada. El meta llegó a desviar el remate, pero no lo suficiente.

Pese al 0-1, el Olot había salido con más brío, alternando la búsqueda de la testa de Cosme con las piernas rápidas de Mas. Los centrales y pivotes albinegros trabajaron bien en la construcción de la jaula aérea, y el portero Álvaro anduvo atentísimo en los balones a la espalda. El 1-1 llegó con el punto de infortunio marca de la casa: Blázquez recogió un centro raso que cruzó el área, y su tiro encontró el gol después de que un defensa lo desviara.

Era el minuto 19 y al poco se lesionó Máyor. Con Cubillas sancionado, el Castellón se quedó sin referencia, pero el dinamismo de la dupla Acevedo-Hicham le valió para llevar el partido al campo contrario. Hicham probó fortuna con un disparo lejano, bien atrapado por Xavi Ginard. Mas replicó con otro que terminó en córner. Se repartieron el peligro. El agua frenó sendas carreras de Hicham y Mas, que en seco se habrían plantado frente al portero.

La segunda parte

El segundo tiempo empezó con un tiro cruzado de Blázquez. Como seguía lloviendo, el campo no hacía sino empeorar, cada vez más embarrado y pesado. El partido también. El agua y la intervención in extremis de Gálvez evitaron el 2-1 en un barullo en el fango tras saque de banda. El Olot creció hasta los minutos finales, acumulando saques de esquina y faltas sin remate. Entonces el Castellón espabiló, el partido se jugó a cara o cruz y la moneda una vez más cayó de canto. Álvaro tapó un tiro de Alfredo, en una portería, y Ginard otro de Acevedo, en la otra. Y después de dos horas en un carrusel insano y mojado, el Castellón bajó a la tierra, mareado aún, último en la tabla, batiendo los peores récords de antaño.