Castelló recordará 1918 como un año terrible debido a la Primera Guerra Mundial y porque en el mes de agosto llegó la epidemia de gripe internacional conocida como la cucaracha que se llevó la vida de cientos de vecinos. Fue por ello que durante el mes de septiembre se decretó la orden de suspender todos los teatros, cines y mercados, una orden que no se levantó hasta el 3 de noviembre, momento en que se dio por acabada la epidemia en la provincia de Castelló. Con ello y con el fin de la Guerra Mundial, el 11 de noviembre del 1918, Castelló volvió a respirar un ambiente de alegría.

En ese espíritu de jolgorio, el domingo 17 de noviembre de hace cien años, un día lluvioso, el Salón Cine de la Paz abrió sus puertas para la sesión de las 15.30 horas en la que se dieron cita decenas de menores. La película escogida «los huérfanos del puente de Nuestra Señora» constaba de cuatro partes y como era preceptivo en aquella época, la película se cortó para cambiar el rollo, sin embargo, debido a la tormenta, la luz se fue. Con el salón a oscuras, de pronto una persona gritó «¡Fuego, sálvese quien pueda!». La falsa alarma provocó una estampida, amontonándose la gente en su intento de huir.

El pánico que se apoderó de los asistentes también tuvo como causante el que los castellonenses tenían muy reciente la tragedia en el Cine La Luz de Vila-real. Fue aquí cuando el 27 de mayo de 1912 un incendio causó la muerte de 69 personas y 150 heridos.

Volviendo al Cine La Paz, la mayoría de niños que querían huir estaban situados en las localidades de general y tenían que salir por las escaleras ya que los que se encontraban en el patio de butacas no les pasó casi nada.

Entre las personas que acudieron a ayudar en el rescate de los menores que habían quedado atrapados en el cine se encontraba Pascual Escoín Caudet, soldado del 1º Batallón 4º Compañía del Regimiento Tetuán. Este joven de 21 años y nacido en Benicàssim no dudó ni un momento en adentrarse en el cine para intentar salvar a menores.

«Entró lo menos dos o tres veces a sacar niños hasta que él murió», recuerda ahora, cien años más tarde, el sobrino de Pascual, Juan Manuel Escoín Arjona, quien no pudo conocer a su tío ya que murió con apenas 21 años.

La tragedia en el cine La Paz se saldó con 21 niños y el soldado Pascual fallecidos.

Una desgracia poco contada

Y, a pesar de que Pascual murió ayudando a los niños, en su familia no se ha hablado mucho del tema. Como comenta su sobrino «no nos contaron mucho y lo que sabía era que había tenido un accidente en Castelló y un paraguas le atravesó el oído y lo mató». Y es que al ser un día de lluvia y frío, los asistentes al cine acudieron con mantas, bufandas, abrigos y paraguas, siendo este elemento el causante de la muerte de Pascual Escoín.

«Prácticamente en mi casa no se ha hablado más que Pascual que murió allí. Pasó y pasó», comenta José Manuel, de 78 años, sentado junto a su mujer, María Beltrán Clavell, de 74 años, y el hijo del matrimonio, Juanma Escoín Beltrán. Todos ellos comentan que la muerte de Pascual ha sido «un tema tabú» para la familia ya que la pérdida del joven fue «un desastre para la familia y fue un tema que quedó zanjado». «A mi me lo contaron de pasada, no hicieron mucho hincapié en ello», añade Juanma.

Ahora, cien años más tarde, Juan Manuel, que reside en Borriana, y su hermano José Tomás, residente en València, son los sobrinos de Pascual que todavía viven y únicamente tienen una fotografía de recuerdo de su tío.

Pero de la mano de Ángel Navarro Escribano esta familia ha vuelto a recordar la tragedia del Cine La Paz. Navarro, vecino de Benicàssim y tras finalizar el título universitario de Grado Sénior en Ciencias Humanas y Sociales en la Universitat Jaume I, ha realizado un trabajo sobre el suceso del 17 de noviembre, haciendo hincapié en la vida de Pascual Escoín.

Así, con la investigación realizada, Ángel logró saber que Pascual nació en La Parreta, en la masía El Caragol, por el paraje del Desert de les Palmes en el término municipal de Benicàssim. Gracias a su interés por conocer más sobre la vida del soldado, Ángel Navarro estuvo durante tres o cuatro meses trabajando en la localización de la familia y, finalmente, el municipio de Borriana fue el lugar en el que Ángel Navarro y Juan Manuel Escoín se conocieron y han podido recordar juntos el terrible suceso del 17 de noviembre y de la valentía que tuvo Pascual que perdió su vida ayudando a los menores.