El casco antiguo de Almassora se ha transformado, como cada mes de noviembre, en un antiguo poblado medieval con motivo de la XVIII Fira de Sant Andreu. La muestra amplía el espacio destinado en esta ocasión a la muestra de oficios con el objetivo de revitalizar el atractivo para los vecinos de Almassora y quienes visitan la localidad desde ayer y durante todo el fin de semana.

Por este motivo, el casco antiguo establece tres campamentos: militar, árabe y sefardí. En el primer caso tiene un papel protagonista el Museo Militar de València, que realizará charlas explicativas y expondrá el armamento de su colección a quienes paseen por la Vila. Se trata de una recreación «de mucha calidad, que esperamos reciba la aceptación para los visitantes de la muestra, ya expertos tras 18 años de trayectoria», según la concejala de Cultura, Isladis Falcó.

El recinto logrará extender el recorrido del mercado hasta completar la totalidad del distrito con cerca de 100 puestos entre los que figurarán tabernas, gastronomía, artesanía y la tradicional cetrería. La zona caballería, junto a la ludoteca con 40 juegos de ingenio para los más pequeños, se presuponen las más idóneas para las familias que visiten la Fira de Sant Andreu de Almassora.

La inauguración oficial tendrá lugar esta mañana a las 11 horas con la visita de las autoridades y la reina de las fiestas, María Portalés, junto a su corte de honor, si bien ayer ya hubo actividades y venta de artículos desde esta tarde. En la jornada del hoy, los protagonistas serán los Tambors de Passió, que desfilarán por el recorrido de costumbre a partir de las 19 horas para trasladar su 'Passió almogàver' hasta el casco antiguo de Almassora.

Además, tanto durante la jornada de hoy como durante el domingo, se sucederán los pasacalles musicales, las charlas sobre medicinas medievales y manuscritos, las exhibiciones de vuelo con aves rapaces y las demostraciones de combates. Todo ello tendrá lugar en un espacio decorado para la ocasión con banderolas y ambientación propia de la época para recrear el contexto de 1398, cuando el rey Martín el Humano autorizó desde Zaragoza que Almassora celebrara una feria anual que comenzaba en Todos los Santos.