La familia Lozar comenzó su andadura en la hostelería en el año 1986 cuando abrieron el primer Restaurante Toledo en Onda. Desde entonces, su apellido está vinculado a la cocina de calidad y tiene prestigio entre los habitantes de la localidad azulejera y alrededores.

El histórico Toledo se ubicó primero en otro emplazamiento y era un mesón regentado por un matrimonio que ofrecía comida casera y de patrones castellanos, los comensales se veían atraídos por sus asados, cochinillo o pescados al horno, mientras tanto dos hermanos desarrollaban sus sueños de niñez cerca de aquellos fogones.

Pedro y Javier Lozar regentan hoy el Gran Hotel Toledo y son los encargados de mantener y mejorar el legado culinario que les dejaron sus padres. Aquellos niños que jugaban en el restaurante de sus padres crecieron, se han formado en cocina y turismo, viajaron y trabajaron junto a los chefs más reconocidos del panorama como Quique Dacosta. De ello pueden dar testimonio los clientes de su negocio, pues en cada bocado que elaboran queda patente que hay un trabajo artístico detrás. Javier, fogones en mano, explicó que «el espíritu de la cocina tradicional y el cariño a la hora de hacer los platos lo tenemos, sí que hemos evolucionado, hemos estudiado en la Escuela de Hostelería e intentamos mejorar con técnicas y con un concepto gastronómico creativo».

Los 'foodies' que se posen sobre el mantel del Toledo van a encontrarse con platos cercanos a la de vanguardia, con unas presentaciones cuidadas y con cariño. El chef explica que «nosotros tenemos el menú, pero también tenemos un mercado de alta cocina y a la gente normalmente le gusta la visión que tenemos de hacer la cocina de aquí con toques de otras culturas». Por ejemplo desarrollan un sushi en un formato diferente, en el que el paladar puede identificar formatos de aquí. También elaboran un 'pan bao' relleno de 'tombet de bou', combinación que los 'comidistas' no dudan en compartir en sus perfiles de redes sociales.

Productos de proximidad

Los hermanos Lozar se muestran orgullosos de la cocina mediterránea y además confían en las materias primas autóctonas, por ello afirman que «cada vez valoramos más el producto de proximidad, de Km.0, que está aún comenzando pero nos aporta frescura y temporalidad, pero además a nivel social contribuyes a que la economía de la zona prospere».

De modo complementario y para acercar un público más joven han creado el concepto del Patio, que es un restaurante al aire libre que se llena en las noches de verano y de este modo «tienen una excusa para introducir nuevas técnicas y conceptos a otro público».

Por último, 'Paseo por el Montí' es uno de los postres con los que el Toledo pone la guinda a una comida especial y en sí mismo es un homenaje a los aromas de los montes cercanos a Onda y su proceso simboliza una plácida caminata por la naturaleza. Pensado para el verano, presenta una piña mediterránea rellena de helado de chocolate, nata y aderezado de hiervas aromáticas tales como el tomillo y el romero. Unas gelatinas de violeta, azahar y otras flores ponen la guinda final a este postre.