Las montañas, incluso las fronterizas de la lengua como es el caso de Penyagolosa, siempre han resultado puntos de exaltación patriótica y acostumbran a ser coronadas con banderas. Así ocurrió antes de la guerra, con aquella incursión al pico el año 1933 con motivo del centenario de la «Oda a la Pàtria» de Bonaventura Aribau, y volvió a suceder, después de la contienda civil, tras la fundación del Centre Excursionista en 1955.

En puridad, el CEC (la entidad que ahora celebra el 150 aniversario del nacimiento de Pompeu Fabra), tuvo al menos dos precedentes. En primer lugar, el Centre Excursionista Castellonenc de la Segunda República, con los significados valencianistas Gaetà Huguet, Emili Sanchis y Àngel Sánchez.

En un segundo tiempo, ya en el pleno franquismo, un Centro Excursionista de Castellón, que creó un tal Selma únicamente para sortear las prohibiciones del régimen y poder organizar, así, bailes de Pascua en los masets del término. Evidentemente, esta asociación de juerguistas encubiertos nunca se inscribió en la Federación Española de Montañistas. Más tarde, en 1955, cuando diez castellonenses quisieron inscribir en el Gobierno Civil un nuevo Centro, homónimo del anterior, se encontraron con que aquellas siglas ya estaban inscritas, cuando los montañeros auténticos eran ellos.

Resuelto el trámite, el grupo que formaban Federico Albert, Antonio Hornero, Vicent Forcada, Deogracias Pagá, Rodrigo Monzón, Tomás Carod, Ferran Sanchis, Alberto Peris, José Castelló-Soler y Francesc Esteve tenía que proponer una persona que encabezara la iniciativa. Todos pensaron entonces que don Paco, el arqueólogo, era el más indicado para liderar a los excursionistas, pero él replicó inopinadamente: «La meua modèstia m’ho impedix». Ante la sorprendente negativa, fueron a buscar a don Rodrigo, un comandante de farmacia, por aquello de que un militar les abriría muchas más puertas. Pero el aludido no se prestó a ser su hombre de paja. Otro candidato que se autoeliminó fue Pepito Castelló-Soler. Él había sido gobernador de Ávila durante la República y se excusó: «Jo, amb la taca de vermell que tinc». También se habló del botánico Calduch, pero... era francmasón. Tras todos estos descartes, Antonio Hornero accedió y el CEC, al fin, echó andar.

Sanchis vuelve al «Centre»

De aquel grupo fundador solo sobreviven tres excursionistas, uno es Ferran Sanchis. Él será el protagonista del coloquio sobre el libro «Examen oral d’històries», que ha escrito el amanuense que firma este artículo. La charla y el debate posterior, que ha organizado el CEC como colofón del «Any Pompeu Fabra» en Castelló, tendrán lugar en la sede de la entidad el próximo miércoles 28 de noviembre, a las 19.30 horas. La entrada, como la opinión, es libre.