Cuando pensamos en Martirio es inevitable asociarla a la imagen de una artista con vestido largo, peineta flamante y gafas negras. Pero también a una mujer de garganta mágica con el don de emocionarnos y divertirnos sin que advirtamos siquiera la transición. Con más de 30 años sobre los escenarios, su aspecto contra corriente de maruja insumisa marcó una época al colocar el folclore español en el centro de la cultura pop, además de ser pionera en la fusión con el sonido iberoamericano. Martirio ofrecerá el jueves 29 de noviembre, a las 19.30, en Castelló una charla-concierto "a capella". Será en la sala Sala San Miguel dentro del ciclo "Femenino Singular" de la Fundación Caja Castelló. La entrada será libre hasta completar el aforo.

La artista Martirio, deja en la sombra a la mujer María Isabel Quiñones (Huelva, 1954). Lo que sabemos de la joven Maribel sugiere el perfil de una mujer apasionada, casada a los 19 años y madre de Raúl Rodríguez, hoy celebrado guitarrista. Dejó la Universidad para trabajar de auxiliar de clínica. Animada por su impulso creativo entró a formar parte de Jarcha, un grupo esencialmente coral de repertorio andalucista que reflejaba las ansias de libertad de la transición en canciones como Libertad sin ira.

En 1984 Martirio forma parte del grupo Veneno, liderado por Kiko Veneno y los integrantes de Pata Negra: Raimundo y Rafael Amador. En 1986 inicia su andadura en solitario con el nombre artístico de Martirio. El personaje de Martirio era revolucionario: alguien que se situaba en la vida anodina de tantas amas de casa pero que manifestaba su insatisfacción, a un paso de la rebelión. Así, fue una de las intérpretes más originales del panorama musical español en los años 80, y canciones como Sevillanas de los bloques (Estoy atacá) triunfaron en los medios.

Su música ha evolucionado hasta convertirse en puente entre culturas y de fusión de copla andaluza, flamenco, bolero, jazz, tango, rock, guaracha… Ha colaborado entre otros artistas con Maria del Mar Bonet, Chavela Vargas, Compay Segundo, Carlos Cano, Alberto Cortez, Pedro Guerra, el pianista de jazz Chano Domínguez, o el cantaor Miguel Poveda, entre muchos otros.

Martirio se encuentra en una etapa artística de gran madurez tras su ya larga experiencia, con una considerable trayectoria de prestigio reconocida por público y crítica gracias a su personal aproximación a las músicas populares, desde sus raíces andaluzas, mostrando el valor de la copla a las nuevas generaciones. También por propiciar un acercamiento profundo a la música iberoamericana, así como por su coraje y la libertad con la que ha trabajado, llevando su actitud transgresora desde su imagen a su música.