La feria de Santa Catalina adelantó ayer la Navidad en Vila-real. Las principales calles y plazas del casco urbanos se impregnaron del ambiente prenavideño con la instalación de 250 paradas y atracciones, que sedujeron no solo a miles de vecinos y vecinas sino también a numerosas visitantes de otras localidades próximas de la provincia de Castelló.

Las compras se sucedieron a lo largo de toda la jornada en un entorno muy especial, a la que también contribuyó la distribución de los puestos. De esta forma, la plaza Major congregó 64 paradas; mientras que la calle Major Sant Domènech, 15; el Raval del Carme y la calle Hospital, 51; y el Barranquet, 98.

Aunque hubo una amplia representación de comercios locales (64), también ofrecieron sus mejores productos hasta 71 de municipios de los alrededores como Borriana, la Vall d'Uixó, Catí, Onda, Benicàssim, Castelló, Betxí o Nules. También estuvieron representadas en las paradas provincias como de Teruel, Murcia, Ciudad Real, Albacete, Madrid, Tarragona o Huesca.

Como es tradicional, la feria priorizó los elementos tradicionalmente navideños, tanto decorativos -como los belenes-, como de alimentación, donde no faltaron los turrones o las castañas asadas, dátiles y frutos secos para la mocadorà, los quesos, embutidos, miel y mermeladas, churros, licores, pan y cocas, chocolate, salazones y olivas o dulces, además de los juguetes, entre otros, como la artesanía -jabones, minerales, textil, madera, instrumentos-, bisutería y complementos, cazuelas de barro y ferretería.

La feria también decidió un apartado a la solidaridad, con la presencia de hasta 22 ONG, que se instaló en la plaza Major.

Si los mayores disfrutaron de las compras, los más pequeños igualmente pudieron divertirse con variadas y novedosas atracciones, colocadas estratégicamente a lo largo del tramo desde la capilla del Cristo del Hospital hasta Pius XII.