José Monfort Gil fue un gran emprendedor en Forcall en los años previos a la Guerra Civil, donde vivía con su familia. Alpargatero de profesión, impulsó la creación de una cooperativa con otros vecinos, era miembro de una banda de música, realizaba viajes a Terrassa para vender sus alpargatas... Cuando llegó la República participó activamente en el ayuntamiento de su pueblo, una decisión que le marcaría mortalmente para el futuro.

Como muchos, al acabar la Guerra Civil huyó, pero ante la promesa de Franco de que no habría represalias para todos aquellos que no tuviesen delitos de sangre, decidió regresar al pueblo. Cayo en la trampa mortal, como miles de fieles a la República. Poco tardarían en ir por él para meterlo en prisión. Allí estaría más de un año hasta que lo fusilaron, un 30 de mayo de 1941, junto al cauce del río Seco de Castelló. Tenía 42 años.

María, su hija, tenía 13 años cuando lo mataron. Su hermano, José, 0apenas 2. Ayer, 77 años después de fusilar a su padre, los dos volvieron a las fosas del cementerio civil de Castelló, donde la empresa ArqueoAntro está trabajando en la recuperación, entre otros, de los restos de José Monfort. Emocionada, María rememoraba para Levante de Castelló el «dolor» que vivieron en aquellos años, que no palia la alegría de poder recuperar los restos de su padre, «para poder enterrarlo en Terrassa ajunto a mi madre».

María tiene la memoria intacta. «Lo recuerdo todo», dice con tristeza. «Sufrimos mucho cuando lo encerraron, porque nunca lo pude ver; no teníamos dinero para bajar a verlo».Asegura que, como muchos, «él no hizo daño a nadie, pero lo mataron, mataban a todos, eramos los rojos de Forcall. Fuimos al pueblo pensado que no nos harían nada, porque durante la guerra así fue, pero lo pasamos fatal.Lo recuerdo todo con mucho dolor, con muchas lágrimas». Cuando fusilaron a su padre, la vida en el pueblo «fue insoportable; no podíamos vivir, nos llamaban ladrones, nos robaban todo». Finalmente, tuvieron que irse a Terrassa, donde sobrevivieron vendiendo alpargatas, trabajando los huertos. «Vivíamos de lo que cogíamos en el campo y, si ganábamos 10 ó 15 pesetas a la semana, era para los gasticos que tenías».

María Monfort también tiene palabras para todos aquellos que se oponen a las exhumaciones. A su juicio, «eso solo refleja que siguen siendo los mismos, aunque yo ya no siento nada porque está todo perdido. Los que hicieron el daño ya se han muerto», señala María, quien añade que lo único que espera es poder llevarse los restos de su padre.

ArqueoAntro continuaba ayer con los trabajos en el entorno de la fosa de José Monfort, donde ya han localizado de momento tres cuerpos, algunos incluso a distintos niveles, lo que da a entender que puede haber más debajo. Una vez se exhumen, deberán llevarse para cotejar el ADN, lo que no se sabrá hasta dentro de un año como mínimo.