Abu Mahmoud Harb es un ciudadano palestino que desde 1948 vive huyendo del control del gobierno y ejercito israelí. Tras dejar su ciudad, Abu Mahmoud vive en un campo de refugiados junto a otros 25.000 palestinos. Perdió a dos de sus hijos en la guerra. Este palestino de 81 años está en España contando su historia y la de su pueblo. La visita de Abu Mahmoud a España coincide con el setenta aniversario de la Nakba, término que define la ocupación israelí de los territorio palestinos y el éxodo de sus gentes.

¿Cómo recuerda el inicio de la guerra de 1948?

Nací en Miske, una ciudad situada a quince kilómetros del mar en Tulkarem, al norte de Cisjordania. Mi ciudad está cerca de otros pueblos palestinos en los que, como en Miske, se vivía de la agricultura y el ganado. Con la guerra de 1948, los israelís fueron tomando ciudades y pueblos hasta que llegaron al nuestro. Entonces nos tuvimos que ir desplazando de pueblo en pueblo, huyendo del ejército israelí. Cuando llegamos a Jericó yo tenía unos trece años.

¿Cuando llegó al campo de refugiados?

En Jericó fuimos al campamento de refugiados de Aqabat Jabr. Era una tierra privada que Naciones Unidas arrendó durante 99 años para crear estos campos. Allí nos ofertaron un trozo de terreno para construirnos una casa, pero no teníamos nada para poder hacerla, así que montamos tiendas de campaña con sacos de harina y cereales. La Unrwa (Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo) nos dio una cesta de comida básica y construyó habitáculos para las familias. ¿Cómo le afectó la guerra de ocupación?

Estuve en este campo de refugiados hasta 1967, año en que tuvo lugar la guerra de ocupación de Israel. Fue entonces cuando me desplacé hasta el campo de refugiados de Balata, en Nablus, en Cisjordania. Me establecí allí hasta ahora. Éramos gente que venía de tener todo, una casa y un campo, a no tener nada. Nos lo quitaron todo. El gobierno de Nablus nos dio recursos y el campo comenzó a crecer. La Urnwa construyó escuelas y centros de salud. Al principio éramos 5.000 personas viviendo en un kilómetro cuadrado. Ahora somos 28.000.

¿De qué manera puede un palestino defenderse?

A raíz de que las condiciones de la ocupación, como la dificultad para movernos, los arrestos y los asesinatos, surgieron las intifadas. Eran las revueltas contra el ocupante. Hubo dos grandes intifadas, la de 1987 y la de 2000. Entre esos periodos hubo cierta calma, pero la ocupación continuaba. Con las intifadas, el pueblo se revela ante una ocupación. Lo hacía en base a la legalidad vigente que protege que cualquier pueblo ocupado se puede defender del ocupante, aunque esto conllevó miles de encarcelamientos y asesinatos o casas destruidas. La gente quería recuperar su vida normal frente a la vida que nos daba la ocupación.

¿Cuáles fueron para usted las consecuencias de estos enfrentamientos?

Cuanto más te presionan y peor vida te dan, solo te están dejando una vía que es la de rebelarte. Con esas condiciones, controlar a los jóvenes era absolutamente imposible. Ellos se iban de casa y, aunque no lo podían saber, sus padres podían imaginar que probablemente estarían enfrentándose a los soldados. Era su derecho a luchar por intentar volver a tener unas condiciones dignas de vida. Nadie puede olvidar sus raíces ni sus recuerdos. La ocupación entra con los tanques y los jóvenes se defienden como piedras. Es una lucha absolutamente desigual. En el último gran ataque en Gaza hubo 1.400 palestinos muertos por 9 israelís. Israel me mató dos hijos. El joven tenía 16 años y el cuerpo lo tiene todavía Israel. Es una forma más de castigarnos. Al otro hijo lo mataron de un disparo en el campo.

¿Cree que los gobiernos se están implicando lo suficiente?

No creo en los gobiernos. Creo en la solidaridad de los pueblos. Aunque Trump movió su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, algo que va en contra de la legalidad internacional vigente, afortunadamente esta acción no tuvo ningún apoyo popular. Una cosa son los gobiernos y otra los movimientos de solidaridad. El conflicto árabe-israelí tiene una implicación global, no solo local. Por tanto, al mundo entero le interesa que se soluciones porque las implicaciones son a nivel mundial. Mientras haya palestinos, nuestra causa seguirá viva.

¿Cómo ve el futuro del pueblo palestino?

Hay 6 millones de refugiados. Desde 1948, Naciones Unidas reconoce en la resolución 194 el derecho de los refugiados a retornar. A Israel no le interesa que retornen porque necesita una mayoría judía para mantener su estado. La comunidad internacional es consciente que los refugiados existen y, mientras vivimos en el campo de refugiados, no perdemos la esperanza de volver a nuestras tierras. Seguimos siendo los expulsados. La vida es dura, pero tenemos que continuar allí para poder regresar.